El País Vasco, 1926-05-21
A cosa de la doce llegaron anoche los bravos campeones del Pasayako
También acudieron deportistas de la capital y pueblos inmediatos
Colgaduras, cohetes, bandas de música y otros agasajos
Un banquete ofrecido por el Ayuntamiento
Un himno al equipo vencedor
Algo de historia del mismo y otros curiosísimos detalles
de la estancia en Zaragoza, del viaje y de la llegada.
Tras breve ausencia… –digamos parodiando a Gigantes y Cabezudos, nunca tan a tiempo citada esta zarzuela como ahora, en que los viajeros procedían de Zaragoza– llegaron anoche los bravos muchachos del Pasayako Lagun Ederrak, que en la ciudad del Ebro han sabido valientemente conquistar en franca lucha con el Badalona F.C. el ansiado título de campeones de España.
El equipo del desempate y de la prórroga
Todos los aficionados saben, porque lo han seguido con suma atención el curso del campeonato de fútbol, que el Pasayako ha sentado cátedra en sus luchas del período que acaba de terminar, de valiente, de varonil, de tenaz.
Y todo el mundo sabe también, que el Pasayako, con menos posibilidades que otros Clubs –posibilidades de todos los órdenes, particularmente económicos– ha sabido salir triunfante de todas las lides que se le han presentado.
En el terreno deportivo ha sido el equipo representativo de la tenacidad; sus partidos de desempate han sido numerosísimos, saliendo de todos ellos vencedor. Los encuentros jugados con sus compañeros de grupo regional, en los cuartos de final y aún en las semifinales y en las finales del campeonato, han tenido, como vulgarmente se dice, que poner toda la carne en el asador, venciendo al final por jugadores, por hombres, por consecuentes. Un gran ejemplo para el porvenir, no sólo para él, sino para todos los grupos deportivos de la región; con tenacidad, con buena fe y constancia se va a todas partes.
Pues bien: por esta cualidad esencial de la participación del Pasayako en el campeonato, se le ha puesto el sobrenombre del equipo del desempate, el de las prórrogas.
Y anoche, no parece sino que los simpáticos chicos pasaitarras querían hacer honor a este calificativo demorando por horas, por minutos y hasta por segundos su arribo al «txoko» querido.
Cuándo vendrá el Pasayako
En efecto, el Pasayako no acababa nunca de llegar.
Primeramente habíase dicho que tendría su llegada entre siete y siete [sic] de la tarde.
La gente, animada además con el excelente tiempo –aunque no vimos el pelo al Sol en todo el día– salió a la calle para tal hora. Muchachas, mozos, mujeres, chicos, viejos… todo Pasajes estaba en la carretera que conduce a la villa, a lo largo de las aceras, en los balcones, en todas partes.
La Banda de la villa había corrido un alegrísimo pasacalles y esto animó aún más a la gente.
Pero llegaron las siete, las siete y media… y los del equipo campeón no venían.
Alguien había hablado telefónicamente con el presidente del Club, señor Bueno, que había ido con los jugadores, y se sabía que sobre las seis los autocars en que hacían el viaje acababan de pasar por Tudela.
Gran desilusión. En tal caso, para las diez, echando poco, ya estarían en Pasajes. Sin embargo, la gente aguantaba a pie firme la espera interminable en tanto el reloj seguía avanzando.
Nuevos toques telefónicos: ahora acaban de pasar por Pamplona, ahora por Tolosa, ahora estaban en Andoain, ahora en Lasarte, más tarde en el Antiguo… pero era lo cierto que los campeones no llegaban ni para un milagro.
A todo esto, el tiempo, cansado también de esperar, comenzó a enviarnos agua y a pretender ahuyentar a los pasaitarras. Pero sí, sí… que se creía él eso; la gente iba y venía, se paraba ante los toldos de los cafés pasaitarras, pero no se iba. Había salido a esperar a su equipo y no se iría a dormir hasta haberlo recibido.
Además, la Banda de Pasajes de San Juan había llegado y estaba interpretando bailables. El tiempo y la tardanza contra la música y los pasaitarras; y pudieron estos últimos que de esta hecha se han ganado el campeonato de la tenacidad y del amor a los suyos.
Colgaduras, chupinazos, mujeres bonitas
La villa se había engalanado para recibir a sus jugadores. Eran muchos los balcones que aparecían engalanados. Desde el Alto de Buena Vista, el golpe de ídem –perdón por el retruécano– era soberbio. Pasajes no recordaba otra fiesta semejante. Ni siquiera por los San Fermines…
De intervalo a intervalo subían al espacio ráfagas luminosas que concluían en una detonación. También se empleaban bombas de esas que meten mucho ruido. En algo había que distraer los ratos de la espera.
Las terrazas de los cafés se habían convertido en miradores. No había un velador vacío. La gente se agolpaba. Un día de gran negocio para los establecimientos de bebidas y comidas del pueblo. Vemos gente se san Sebastián, de Rentería, de Irún, de Lezo, de San pedro y San Juan, de Alza.
Lo que hasta a ayer no llegamos a saber es que Pasajes es cuna de infinidad de chiquillas encantadoras. San Sebastián e Irún tenían fama. Pero no conocíamos a la industriosa villa pasaitarra bajo este aspecto de cosas. Ayer nos convencimos. Numerosísimas, vestidas de día de fiesta para recibir dignamente al amigo, al hermano, al novio… que eran los simpáticos campeones. Todas tenían en la carita de cielo la satisfacción del triunfo, la sonrisa de la complacencia que su alma experimentaba por la inmediata llegada de los «mutillak»…
Y a todo esto, el Pasayako sin venir.
A esperar a los campeones
Hemos dicho que había gente de la capital. Jóvenes deportistas, cuya enumeración sería larga.
De Irún también había venido una nutrida y valiosísima representación: entre otros, los recordamos por ser personalidades en el mundillo deportivo, Gamborena, Eguiazabal, Errazquin…
De Pasajes San Pedro, el alcalde y un concejal.
Hagamos un cálculo de la gente aglomerada en los alrededores del domicilio del Pasayako: unas seis mil personas.
Antes de la llegada: nos habla el padre de un jugador
Accidentalmente, sin buscarlo –la casualidad es la eterna protectora del periodista– tenemos ocasión de charlar brevemente con un señor que resulta padre del jugador del Pasayako, Martínez.
Su charla nos interesa y sírvenos para amenizar la espera.
–¿Qué habrá sido de su hijo? –le pregunta un amigo.
–¡No se habrá perdido no!…
–Esto va resultando demasiado largo –insiste el contertulio–, mucha cachaza tienen…
–¿Qué más da? Por lo que a mi hijo se refiere, le aseguro a usted que no tendrá prisa ninguna para venir. En eso a salido a su padre.
Reímos la «salida».
–No se ría usted –nos dice–, que es verdad. Yo salía de casa y no sabía cuando iba a volver. A él le pasa lo mismo. Miren que se dio el caso, en más de una ocasión, de ir a avisar al médico para que asistiera a alguno de la familia enfermo, y cuando volvía a casa ya había hecho el médico la visita y todo…
Nuestro interlocutor concluye:
–Es una táctica que siempre me dio excelente resultado. Ya ven ustedes lo gordo que estoy. Y me alegro de que mi hijo sea también cachazudo, que así no desmiente a su sangre.
Por fin llegan
Sobre las doce menos cuarto, la gente se conmocionó repetidas veces al disparo de varios chupinazos. Había habido aviso de que estaban ya cerca los viajeros.
Nuevos cohetes y que comienzan a desfilar automóviles. Algunos, de la caravana que acompaña a los campeones. Otros, de alegres pasaitarras y de gente de fuera. Entre ellos, uno de Rentería, artísticamente engalanado, de la Casa de los Muebles, del señor Goicoechea.
Las Bandas comienzan a tocar la Marcha de San Marcial.
No cabe duda: los campeones se acercan. La gente se apiña para verlos.
Minutos antes de la doce, aparece el automóvil del contratista pasaitarra y fervoroso admirador del Pasayako, señor Azurmendi, que ha acompañado con su familia en la excursión a Zaragoza.
La gente se equivoca y aplaude. Ciertamente que, aunque no se hubiese equivocado, también merecía la cariñosa ovación el recién llegado por su abnegación y su desinterés a favor del equipo local.
Algo más tarde aparecen por Buena Vista los autos que traen a los campeones: son uno grande, uno de los cedidos por el industrial don Fernando Nicolás y otros dos de turismo.
La gente empieza a vitorear y a aplaudir. Unos más impetuosos, se acercan a los coches, y quieras que no, raptan a Monchelín llevándoselo en hombros. El corpulento y simpatiquísimo capitán lleva en la mano derecha la copa ganada.
En el domicilio social
Nos cuesta un triunfo llegar hasta el domicilio del Pasayako. La efusión es tal durante unos momentos, que en más de una ocasión envidiamos a Uzcudun para hacernos un lugar en el maremagno.
Por fin lo conseguimos. Saludamos al presidente del Club en nombre del EL PAIS VASCO. El señor Bueno está satisfechísimo de todo: del resultado del campeonato, de la estancia en Zaragoza, del comportamiento de sus muchachos.
Los fotógrafos procuran reunir a los once bravos con el presidente, algún otro directivo y los periodistas, y sacar una placa al magnesio.
Cuando renace la algarabía, atruena el local una voz que dice:
–¡Vivan los campeones, sin trampa ni cartón!
El grito es coreado con absoluta unanimidad.
Los jugadores se dedican a sus admiradores durante un buen rato y luego suben al comedor donde les espera una espléndida cena.
Nos dice el presidente cómo fue el viaje
Preguntamos al señor Bueno la causa de la tardanza:
–Pues sencillamente –nos contesta– que hemos tenido dos averías. Una a unos kilómetros de Mallén, la otra en el Antiguo. La primera nos ha quitado varias horas, pues que necesitamos ir hasta Mallén para poner unas ballestas nuevas en el autocar.
–Desde las once estuvimos allí hasta las cinco y media. Después «marchamos» tanto que para las seis ya estábamos en Tudela.
–En el Antiguo se nos averió de tal forma uno de los autocars, que no tuvimos otro remedio sino abandonarlo y reanudar el viaje en dos automóviles de turismo.
–¿Qué recibimiento se les hizo en los pueblos del trayecto?
–Soberbio. Tanto en Tolosa, como en Villabona, Andoain, Lasarte… Todos se portaron muy bien derrochando cohetes y poniéndose roncos a fuerza de vitorearnos…
El banquete oficial
Después se celebró en el primer piso el banquete oficial, concurriendo al mismo los once jugadores, algunos directivos y una representación municipal integrada por el alcalde, señor Yarza, y el concejal señor Salaverria, que habían salido hasta Tolosa a esperar a los vencedores.
Este banquete era ofrecido por el Ayuntamiento pasaitarra al equipo campeón.
Cuando se reunieron a la mesa, abandonamos la villa.
Un telegrama de Uzcudun
En cuanto Paulino, el gran boxeador de Régil, se enteró en Barcelona del triunfo del Pasayako, cursó a Zaragoza un cariñoso telegrama de felicitación que los muchachos agradecieron en el alma.
Por la noche tuvieron ocasión –y así lo hicieron– de enviar, a su vez, a Uzcudun otro parte de felicitación por haber conseguido el título de campeón de Europa.
Zaragoza ciudad encantadora
Eso dicen los excursionistas. Vienen encantadísimos de su estancia en la capital de Aragón y no tienen palabras para expresar como quisieran su agradecimiento al pueblo aragonés que tan hidalgamente les dio albergue y los trató durante unos días.
Estuvieron alojados en la Posada de las Almas, establecida en la calle San Pablo, número 22, cuyo propietario, don Joaquín Cerezuelo, les trató a cuerpo de rey.
En todas partes fueron recibidos con muestras de gran simpatía, que se hizo extensiva a quienes les acompañaban en calidad de delegados, o simplemente por sport.
Además del señor Bueno, fueron con el Pasayako don Francisco Echave, práctico del Puerto; don José Barcaíztegui, carnicero; don Pedro Barrios, médico de Lezo; los señores Berroa y Montegui, industriales de Pasajes; y el alcalde y don Ramón Aulestiarte de Alza.
También e unió a los jugadores don José Unanue, que se trasladó a Zaragoza desde Barcelona, dejando de presenciar el combate de Uzcudun con Sapya.
Desde estas columnas nos encargan todos los excursionistas que expresemos a Zaragoza su eterno agradecimiento por el sinfín de atenciones que les prodigaron. Nosotros lo hacemos con suma complacencia.
La promesa de un banquete
El contratista señor Azurmendi, prometió a los del Pasayako un estupendo banquete si salían vencedores.
Como les ha sonreído la victoria, el señor Azurmendi está en deuda con los bravos y modestos muchachos.
No se ha fijado todavía la fecha de este banquete.
Un himno al Pasayako
Ofrecemos a nuestros lectores las primicias de un himno al Pasayako, compuesto hace dos días por los jóvenes admiradores del Club campeón, don Claudio Otaegui, nieto del famoso poeta de Fuenterrabía don Claudio, y don José Simón.
Dice así:
El equipo Pasayako
ha salido campeón
venciendo a la Cultural
y al Club «Barreda Sport».
En el campo «El Sardinero»
al Cimadevilla de Gijón,
y al formidable Badalona
en la capital de Aragón.
Tenemos al gran Zubiri
para guardarnos del gol;
de backs a la gran pareja
Elizalde y Miguelón;
forman la gran línea media
Zozaya, Mendía y Monchelín;
y la línea delantera
que juega muy bien al «dribling».
Juega de extremo Barbeito
con codicia sin igual,
y siempre remata fuerte
nuestro delantero Gual;
Echeverria y Pepito
con Martinez de interior,
forman hoy el gran equipo
que ha salido campeón.
Algo de historia del Pasayako
La fundación del Pasayako data del año 1922. Se constituyó para participar en las regatas de traineras de San Sebastián, habiéndose comprado, al efecto, una embarcación que costó 500 pesetas. Pasajes debió haber ganado la bandera, porque las embarcaciones de Guetaria y San Sebastián tuvieron un abordaje, razón suficiente para ser descalificadas.
Sin embargo el jurado opinó de distinta manera.
El primer presidente fue el señor Bueno, que sigue en la actualidad desempeñando el mismo cargo. Es le alma del Club y, seguramente, si él dejara el puesto desaparecería la Sociedad. Todos le quieren dentro y fuera de la Sociedad por sus especiales condiciones.
El año 1923 ganó el Pasayako la copa Lagun Artea.
El año pasado fue campeón de la serie C, pasando automáticamente a la serie B, de la que acaba de resultar campeón igualmente; ahora ha de jugar un partido de promoción con el colista de la serie A, que es el Esperanza, para decidir el puesto. Ciertamente que no es cosa corriente repetir estas hazañas. El Pasayako merece todos los agasajos y todos lo honores que se le tributen.
La actual Directiva
La Junta Directiva actual del Pasayako Lagun Ederrak está formada de esta manera:
Presidente, don Francisco Bueno
Vicepresidente, don José Alonso
Secretario, don Ambrosio Astiezarán
Vicesecretario, don Fermín de Amiama
Tesorero, don Domingo Sarasua
Contador, don Santiago Alcorta
Vocales, don José Arístegui, don José Escamendi, don Sebastián Díez, don José Cortajarena, don Constantino Achúcarro y don Antonio Iglesias.
Un duro por partido
Vamos a finalizar contando una nota […]
Zubiri, el guardameta del Pasayako, recibe del autor de sus días un duro por cada partido que gana el equipo.
Ayer en el domicilio del Club, estaba el padre del famoso y modesto guardameta.
No presenciamos el acto de la entrega. Pero suponemos que el buen señor no habrá roto la tradición. Es decir, la habrá roto para dar a su hijo, cuando menos un «papiro» de cinco duros.
Nuestra bienvenida y nuestra felicitación
Ya habéis llegado a vuestras casas, bravos equipiers del Pasayako. Ya estáis otra vez entre los vuestros, entre los que os alentaban y ovacionaban, dándoos mimos para llegar a la meta soñada. Descansad tranquilos que habéis cumplido como bravos y habéis, con menos medios pero con más voluntad que otros, conseguido conquistar el codiciado título y el ansiado trofeo.
Descansad, pero no os durmáis en los laureles, que el despertar de tales sueños suele ser poco grato. Que os sirva este triunfo, no de acicate a la vida muelle ni al cultivo de la vagancia, sino del estímulo para el futuro, donde de seguir por el risueño camino emprendido, os esperan los mayores triunfos deportivos, porque tenéis para triunfar lo que para ello es preciso, tanto en los campos de deportes como en la vida: juventud y ánimo.
Con vuestro esfuerzo habéis dado un día de gloria a Pasajes, vuestra villa amada, y a Guipúzcoa, muestra pequeña y grande Guipúzcoa, que en todo tiempo ha sabido dar hijos con alma para ser ídolos de multitudes.
Recibid, en su más cariñosa felicitación, la efusiva bienvenida de EL PAIS VASCO.
El homenaje de la Real Sociedad
La Real Sociedad tenía la intención de rendir un pequeño homenaje a los del Pasayako.
A tal efecto estuvieron varios directivos y muchos socios en el domicilio social del Victoria Eugenia reunidos desde las primeras horas de la tarde, esperando el paso de los autocars.
Como el tiempo fue pasando y llegaron las nueve y media sin que los jugadores diesen señales de existencia, los reunidos se disolvieron poco a poco, lamentando que lo avanzado de la hora y su ignorancia acerca del instante de la llegada fueran motivos para que el homenaje proyectado no se verificase.