La Unión Vascongada, 1898-02-08
Con toda solemnidad celebróse ayer tarde en Pasajes la inauguración de un edificio destinado á escuela de que realmente se sentía necesitado uno de los barrios más populares de aquella villa, el de Ancho.
Los niños, de cuya enseñanza siempre fueron guardianes las autoridades de Pasajes, carecía por completo de un edificio, adonde acudir en busca de saludable instrucción, en las condiciones de higiene y comodidad que la Pedagogía recomienda.
Comprendiéndolo así el excelentísimo señor duque de Mandas, á cuya filantropía siempre estarán agradecidos los habitantes de Pasajes, no dudó en conceder a aquel Ayuntamiento terrenos suficientes donde poder levantar el edificio deseado. Hizo más; su generoso desprendimiento fue llevado hasta ceder no solamente los metros de terreno, siempre de valor, donde pudiera levantarse la escuela, sino a costear la cimentación del edificio que en el sitio donde de ha levantado, frente a la estación del ferrocarril, resulta siempre costosísimo.
Con esta ayuda, la construcción de la escuela no se hizo esperar. Así es que en pocos meses hemos visto levantarse, hábilmente dirigido por los arquitectos Goicoa y Osinalde, un gallardo edificio perfectamente apropiado al objeto que se le destina.
Consta de dos pisos: en el 1º, es donde se halla situado el local destinado a escuela, formado por espacioso salón de doce metros de longitud por seis de anchura, capaz para más de 100 alumnos.
Divinamente clareado, recibe la luz por igual de grandes ventanas abiertas a cada lado del edificio.
En el 2º piso han quedado iniciadas las habitaciones de la profesora, y el entresuelo lo ocupa un almacén destinado á alhóndiga.
El todo forma un conjunto sencillo y elegante.
La inauguración se había fijado para las tres de la tarde de ayer.
Galantemente invitados por el señor alcalde, presidente de la Junta de Instrucción pública, allí acudimos y no es fácil que de nuestra memoria se borre la tierna impresión que en aquel sitio recibimos.
Un grupo numeroso de lindas criaturas, perfectamente aleccionadas de antemano por su digna profesora doña Juliana Tobar, entonaba cánticos de gracias a la vez que exposición de programas a las autoridades allí reunidas, que graves, silenciosas, apenas podían contener la emoción en sus rostros dibujada.
Pero cuando el dique de la simpatía hacia aquellas hermosas criaturas halló un desbordamiento natural, instintivo, de entusiasmo, en aquellos nobles pechos de asistentes al acto que llenaban el salón, fué a la terminación de los discursitos, dichos con perfecta seguridad y entonación por las niñas Concha Sainz y Francisca Oria, que apenas cuentan nueve años de edad.
El señor vicario de San Juan, D. José Basilio Segurola, respondió a ellos, y en breves pero elocuentes palabras hizo constar «el agradecimiento de todo un pueblo al Mecenas protector de aquella obra (aludía al Excmo. Duque de Mandas), de que tan provechosos resultados se prometía para la juventud de aquella villa».
El señor duque de Mandas hizo constar la satisfacción con que veía terminada una obra tanto tiempo por él acariciada, y alentó con saludables consejos a las gentes allí reunidas a proseguirla con la práctica de las virtudes y afición al estudio.
Las autoridades obsequiaron después a los invitados a un refresco, dándose por terminado el acto que, a decir verdad, resultó severo y altamente conmovedor.
Asistieron a él, como hemos dicho, el excelentísimo señor D. Fermín Lasala, Duque de Mandas; D. José Basilio Segurola, vicario de San Juan; D. Fernando Irigoyen, presidente del Ayuntamiento; D. Pedro Lapazarán, alcalde de Ancho, y los señores D. Gregorio Alicostes, D. Francisco Esnal, D. Martín Astiasusinzarra, D. Pablo Cámara, D. Saturnino Urbieta y D. Sergio Otaegui como individuos de la Corporación Municipal y Junta local de Instrucción pública.
El señor gobernador civil y constructores señores Goicoa y Osinalde excusaron su asistencia por impedírselo asuntos urgentes.
En representación de los padres de familia vimos allí á los señores D. Lucio Igarzábal, D. Julián Salgado, D. Florentino Zuloaga, D. José Fonseca, D. Ignacio Oria, D. José María Beldarrain, D. Mariano Sánchez Miravalles y otros cuyos nombres no recordamos.
La laureada banda de tamborileros de Rentería, formada por D. Manuel Ansorena, D. José Antonio Jauregui, D. Santos Uranga y D. Justo Diaz, amenizaron el acto de la inauguración ejecutando preciosas composiciones, que les valieron entusiastas aplausos.
También fué muy felicitada la profesora señora Tobar, por la excelente presentación de las niñas puestas a su cuidado.
El edificio, que había sido convenientemente adornado con gallardetes y guirnaldas, ha costado, según nuestras noticias, 15.000 pesetas.