Los Tres Pasajes, nº 15, 1957

Con tal motivo, el párroco de Ancho recibió el homenaje cálido y cariñoso
de las autoridades y el pueblo pasaitarras
Don Francisco Echenique Bernáiz, el celoso, virtuoso, sencillo, simpático y queridí­simo párroco del distrito anchotarra, celebró en 1.956 –precisamente el dí­a de San Miguel– sus Bodas de Oro sacerdotales.
Con tal motivo, se le tributó un cariñoso, merecidí­simo y completo homenaje, en el cual, por el empeño y desinteresado entusiasmo que puso en su cometido la Comisión organizadora, no faltó ni el más pequeño de los detalles.
La iniciativa de este homenaje, justo es reconocerlo y consignarlo, partió de la Junta Directiva de los chicos de la Juventud Parroquial de San Fermí­n.

BOSQUEJO BIOGRAFICO DEL HOMENAJEADO
Don Francisco, nacido en 1.880 en el caserí­o «Maisu-Martiñene», cerca de Anoeta, y bautizado –ya que todaví­a no existí­a el Buen Pastor– en la parroquia «koshkera» de San Vicente, fue ordenado sacerdote en Vitoria, cuando contaba 26 años, celebrando su primera Misa el dí­a de San Miguel de aquel mismo año, que era, consiguientemente, el de 1.906.
Sus primeros destinos profesionales los desempeñó en los pueblecitos alaveses de Onraita y Roitegui.
Así­ pasaron cinco años. Y el 1 de Febrero de 1.911 tomó posesión de la coadjutorí­a de Alza, con residencia en Ancho.

Ya es sabido que las pocas viviendas existentes a la sazón en Ancho pertenecí­an a la feligresí­a de Alza.
Hacia 1.897 se comenzó a construir en Ancho una iglesia con destino a parroquia; pero los arquitectos no tuvieron en cuenta lo fangoso del terreno sobre el cual se estaba construyendo el nuevo templo, y éste se derrumbó al año siguiente, iniciándose en seguida la rápida elevación de una parroquia provisional, que es la actual.

Entre tanto, seguí­a funcionando aquella capilla del sótano de la casa de Lasagabáster, que fue el primer local que hubo en Ancho dedicado al culto. Los sacerdotes que la atendieron fueron don Ignacio y don José Lasquí­bar, don Francisco Ayestarán y don Tomás Arzubialde, sucesivamente.

En 1.912, Ancho se independizó de Alza, y don Francisco Echenique recibió el nombramiento de jefe de la nueva parroquia, que quedó erigida oficialmente en 1.913.
Don Tomás Arzubialde pasó también a la nueva iglesia y fue él quien celebró en ella la primera Misa.
Aunque se ha dicho ya muchas veces, viene ahora a cuento repetir, una vez más, que la nueva iglesia fue construida en terrenos de don Fermí­n Lasala y Collado, duque de Mandas, y que en memoria de aquel prócer donostiarra fue colocada la imagen de San Fermí­n en el altar mayor.
Poco más tarde, San Fermí­n fue declarado Patrono celestial de toda la feligresí­a de Ancho.

Su único párroco ha sido nuestro venerable y amadí­simo don Francisco, que ha tenido en estos 45 años la eficací­sima y leal colaboración de sacerdotes tan inteligentes, entusiastas y virtuosos como don José Garbizu, don Lorenzo Viquendi, don Gelasio Aramburu, don Miguel Olaciregui, don Emilio Larrañaga, don José Marí­a Otamendi, don Nicolás Balenciaga, don Luis Aguirre, don Bonifacio Gogorza, don Juan Cruz Alcorta, don Victoriano Larragán y don Manuel Olasagasti.

El primer anchotarra a quien don Francisco dio, ya párroco de Ancho, las aguas bautismales, fue Antonio Ercibengoa Indaberea, que vivió muchos años en Molinao; y el primer matrimonio que bendijo el integrado por Francisco Lorenzo Viles Magrina y Justa Garayo Pérez.
Otros detalles curiosos de la actuación de don Francisco en la parroquia de San Fermí­n:
El primer fallecido fue el párvulo de pocos dí­as Constancio Altuna Beldarrain.
La primera Visita Pastoral la efectuó el reverendí­simo señor Obispo don Leopoldo Eijo y Garay, el año 1.920, confirmando a varios niños de la parroquia, siendo padrino don José Yarza, difunto y siempre bien recordado progenitor de nuestro distinguido amigo don Carlos, competente procurador de los Tribunales y ex-alcalde de la Villa.

LOS ACTOS CELEBRADOS EN SU HONOR
Vamos a hacer una relación somera de los actos celebrados en honor de don Francisco con el gratí­simo motivo ya expuesto. Duraron deis dí­as y al mismo se unió, con rara y cordialí­sima unanimidad, el vecindario todo de los tres Pasajes junto con sus principales autoridades y las entidades más representativas de la Villa.

Iniciáronse, pues, el 29 de Septiembre, festividad de San Miguel Arcángel, y fue el primero una Misa de niños, en la que estos hicieron al homenajeado la ofrenda simbólica de un roquete y una estola. En esta Misa, don Francisco estrenó una hermosa casulla, regalada asimismo para el memorable acontecimiento.
A la terminación del acto, los pequeños fueron objeto de un simpático y espléndido obsequio. A media mañana tuvieron desarrollo los juegos anunciados de pelota, balompié, cucaña y otros de carácter popular, que resultaron muy entretenidos e interesantes y estuvieron concurridí­simos. Por la tarde continuaron, dentro de la mayor animación, los juegos infantiles, que culminaron con la actuación de los hilarantes payasos donostiarras Tony y Pipo y la representación de un estupendo «guignol», que causó las delicias de los grandes tanto como las de los pequeños. La plaza de Ancho fue estrecha –valga la paradoja– para dar cabida a tan numerosa concurrencia de entusiastas espectadores.
Por la noche se cantó en la parroquia una salve solemne.

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Los actos del dí­a siguiente, que era domingo, dieron comienzo con unas alegres dianas a cargo de los «txistularis».
Tras una Misa de Comunión general, la Mayor solemne, durante la que se cantó la Misa de L. Réfice a tres voces y. coro popular.
El vecindario manifestó el cariño que profesa a su virtuoso párroco y su unánime y entusiasta adhesión al júbilo por los Cincuenta años de vida sacerdotal que se conmemoraban, acudiendo en masa a ambos piadosos actos y llenando a rebosar la total amplitud del templo.

Al término de la Misa Mayor, hubo en la plaza una estupenda exhibición de bailes regionales y un brillantí­simo concierto a cargo de esas dos agrupaciones artí­sticas que tanto honran a la Villa, la Banda de la «Musical Pasaitarra» y la Coral Pasaitarra.
A mediodí­a celebróse en los Comedores del Puerto una comida popular, sentándose en torno del homenajeado más de 300 comensales; acto que, lo mismo que todos los demás anunciados, tuvieron el alto patrocinio y la adhesión patente de su presencia personal de las autoridades todas de la Villa.
A los postres del banquete, llegó, ya que otras obligaciones no le permitieron estar en él desde los primeros momentos, el ya mentado don Tomás Arzubialde, virtuoso sacerdote actualmente afecto a la parroquia donostiarra del Buen Pastor y gran amigo de don Francisco Echenique

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En recuerdo del paso de don Francisco por la parroquia de Ancho, el dí­a de San Miguel fue descubierta en el templo de San Fermí­n una placa con la siguiente leyenda:
«El Cabildo y la feligresí­a de la parroquia de San Fermí­n y su Ilustre Ayuntamiento, a su muy querido párroco Rdo. Francisco Echeniqne Bernáiz. 29-IX-1956».
Esta placa ha sido colocada, en sitio bien visible, en el frontis interior del templo, a mano izquierda y a solo dos o tres metros del altar mayor.

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Dada la prolongada provisionalidad de la actual parroquia anchotarra, a los postres del banquete citado quedó constituida una Junta pro-construcción del templo que definitivamente venga a llenar el trascendental cometido espiritual encomendado a la parroquia del más populoso distrito pasaitarra.

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La comisión organizadora de este homenaje a don Francisco –compuesta de las señoritas Isabel Araiztegui, Pepita Bretos, Pilar Zabaleta e Ignacia Echave; los señores don José Manuel Elizalde, don Gabino Urretavizcaya, don Felipe Gaztelurrutia, don Francisco Arana, don Melchor González, don Juan Fraile, don Julián Ercibengoa, don Miguel Ayestarán, don Pedro Gil, don Luis Romero y don Antonio Imaz y los sacerdotes don Miguel Olaciregui y don Luis Aguirre– regaló también al homenajeado, en recuerdo de ambas inolvidables jornadas, un precioso álbum conteniendo todas las fotos del minucioso, extenso y expresivo reportaje que de los diferentes actos obtuvo el gran fotógrafo de Pasajes Ancho, «José».

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No hemos de acabar estas lí­neas sin hacer presente al venerable don Francisco la incondicional adhesión de nuestra revista al merecido homenaje que Pasajes entero le tributó y nuestros votos más fervientes por que Dios le continúe conservando la salud para que durante muchos años más siga siendo el párroco queridí­simo del distrito anchotarra y edificando a sus feligreses con el ejercicio y ejemplo de sus envidiables virtudes.