El Guipuzcoano, 1890-07-28
Con motivo de las fiestas que habían de celebrarse ayer en Pasajes de San Juan, acudió a aquel vecino puerto un considerable número de excursionistas.
Entre otros espectáculos, verificábase una novillada. Corriéronse novillos que ya en el día anterior habían salido en la plaza de Astigarraga, y probablemente habrán conocido otras varias plazas, por lo cual comprenderán los lectores que los mocetes, como suele decirse, sabían jugar al mus. Sin embargo, el accidente tristísimo que vamos a relatar, más que a ésta circunstancia, se debe á la fatalidad.
Al salir uno de los novillos encontrábase vuelto de espaldas al punto de salida, precisamente, el dueño de aquellos, Vicente Lizarazu, vecino de Lezo.
En tal posición, arremétele la res, le voltea con tal fuerza que le hace dar dos vueltas al aire y formando curva da en el suelo, resultando con graves lesiones en la columna vertebral. En situación gravísima, súbenle a la Casa Consistorial y allí le examinan los médicos, entre ellos el señor don Fernando Carril, de Lezo, quienes ordenan no se mueva al herido porque no se encontraba en estado de trasladarle a ningún punto.
Al regresar á Pasajes, le dejamos al desdichado sujeto en malísimo estado.