La Unión Vascongada, 1898-11-03
Sucedió allá por el mes de septiembre último que un individuo llamado Ignacio Sein hirió de gravedad, en Pasajes, por cuestiones que aun pertenecen al secreto del sumario, a una hermana suya y a un cercano pariente de ésta, llamado Antonio Iraeta.
Este resultó herido de once puñaladas.
El Ignacio, autor de ellas, escapó en los primeros momentos a la persecución de la justicia. Presentóse más tarde confesándose autor del hecho y a los pocos días quedó en libertad provisional.
Mientras tanto los heridos continuaban en cama, y hasta ayer, el Antonio, que fue el más castigado en el atropello, no pudo abandonar su domicilio.
Su estado inspira verdaderamente compasión. La carencia de recursos, agotados con la forzosa retención; el sufrimiento moral que la interdicción de reponerlos con su trabajo le ocasionaban, y el verse casi inútil de uno des miembros principales, pues el brazo izquierdo, donde recibió las más graves heridas, le ha quedado casi por completo inutilizado, han reducido al infeliz Antonio al más lamentable estado.
D. Pedro Lary Chapuis, dueño del almacén de vinos donde este obrero trabajaba hasta ocurrirle la agresión, caballero perfecto a quien en más de una ocasión hemos prodigado aplausos sincerísimos por su proceder con los obreros, aliviándoles en todas ocasiones y haciendo suyos los gastos de las enfermedades o imprevistos accidentes que en aquellos ocasionaban, vió ayer al Antonio, y compadecido de su desgracia ordenó que se le abonen todos los jornales, cual si en el almacén estuviese trabajando.
Proceder es este del señor Chapuis que merece todos nuestros aplausos, porque él significa la aplicación de la verdadera religión hacia el desvalido, y sincerísimos se los enviamos, así como hacemos votos porque el desgraciado Antonio vea pronto desaparecer los males que una brutal agresión le ocasionaron.