Los Tres Pasajes, nº 12, 1954
¿Habrán entrado ya en su definitivo camino
antiguas y legítimas aspiraciones de la villa de tener un Campo de fútbol?
El Pasajes –en cuyo historial están escritos sonados y merecidísimos éxitos– atraviesa un mal momento. Así es el juego deportivo y así es la vida misma.
Nosotros, que hemos reflejado en estas páginas la eufórica satisfacción de las horas de triunfo, no queremos dejar sólo al Club más representativo de la Villa, ahora que las cosas no van como todos deseáramos. Que en los trances difíciles es cuando se conoce a los buenos amigos.
Con esta intención, hemos pedido al entusiasta y laborioso secretario del «Pasajes», Pepito Iturgáiz, unas palabras a modo de breve balance .de la situación, en lo económico y en lo deportivo. He aquí lo que nos ha dicho, poniendo en su voz ese medio tono de la más serena conformidad:
–La mayoría de los partidos «caseros» los hubimos de cerrar con déficit, a causa de la mala, situación del campo de Herrera y del acceso al mismo. Y no digamos nada de los jugados fuera… Frente a este panorama, fácil es comprender las piruetas que hubimos de hacer para tener, dentro de lo posible, contentos a los jugadores…
—Sin embargo de lo cual…
–Tenemos un buen equipo, que en muy contadas ocasiones ha tenido que descubrirse ante la superioridad del contrario.
—¿Falta de moral?
–No, no. Mala suerte, y nada más. En los campos buenos, obtuvimos muy buenos resultados. Y luego, las lesiones… Valle, Iguarán… y Mur, la más importante de todas, que el día de San José, jugando contra el “Añorga” en el campo de éste, nuestro pobre guardameta sufrió un terrible encontronazo, del que sacó la fractura de la tibia y el peroné derechos. Mala suerte hasta el final; porque el partido a beneficio de Mur que celebramos en Larzábal con los Luises el 20 de Junio, tampoco dio, por culpa del tiempo, el resultado que esperábamos.
—¿Perspectivas para la próxima temporada?
–Seamos optimistas. Bien sabido es que Dios aprieta, pero no ahoga…
–Así es
–Crea usted que el remedio de todas nuestras cuitas está en ese campo propio de la Villa por el que la juventud de ésta suspira hace mucho tiempo.
—¿Es cierto que en estos momentos se hallan en curso unas interesantes gestiones, acaso decisivas para el logro de ese suspirado ideal?
–Cierto. Una comisión nos hemos entrevistado con D. Victorio Luzuriaga cuya disposición no puede ser más propicia. Pero habría que canalizar debidamente las voluntades y los esfuerzos de todos hacia la meta que nos es común. En este instante creo, sin caer en un exagerado optimismo, que podríamos contar, también, con el apoyo material, amplio y desinteresado, de varias Empresas fuertes de Pasajes, de algunos particulares de relieve, de las Cajas de Ahorros y de los Ayuntamientos de Pasajes y San Sebastián. Estoy seguro, igualmente, de la ayuda de la juventud pasaitarra, socios y no socios, cuya aportación personal resultaría de una extraordinaria importancia para que los trabajos de adaptación de un terreno en estado llamémosle salvaje a la finalidad deportiva a que está destinado resultaran lo menos costosos posible… Entonces sí que podría asegurar Pasajes que el campo de fútbol con que sueña era entera y verdaderamente suyo. Y los beneficios de poder disponer de él, serian incalculables: la gente joven del pueblo no tendría necesidad de salir de éste para solazarse con su espectáculo predilecto, la «cantera» local tendría un rendimiento infinitamente mayor, el «Pasajes» duplicaría el número de socios, vendrían muchos aficionados de fuera a presenciar los partidos que aquí se organizaran…
Iturgaiz, paladín de este ideal sueña todos los días con el futuro Campo de Pasajes.
–Si llegara usted a conseguirlo –le decimos– habría conquistado la cima de la popularidad en el pueblo.
Sonríe… Y contesta:
–Yo para mí no quiero nada. Todo, para Pasajes y por Pasajes…
Raúl Laparra