Heraldo de Aragón, 1926-05-18
El Pasayako y el Badalona hacen match nulo después de media hora de prolongación. Del partido sólo destacó la primera parte. La tarde y el nerviosismo descompusieron el resto del encuentro.
El encuentro entre los campeones de la serie B de Cataluña y Vizcaya fue francamente un partido malo.
Malo seguramente por lo inclemente de la tarde, por el viento, por el ambiente que comenzó frívolo, acabando hostil, por el nerviosismo que degeneró en excitación; por todo, fue un encuentro de aquellos que quitan las ganas de volver.
Desde luego no creemos que el Pasayako y el Badalona hicieran ayer su mejor papel. Por el contrario, al equipo catalán lo hemos visto actuar mucho mejor, y del Pasayako no tenemos unas buenas referencias. Creemos que ayer los descompuso el viento, como nos descompuso a todos, y esperamos que hoy presenciaremos el partido que ambos rivales pueden hacer, emocionante, reñido, pero limpio, noble y sereno.
Algún sector está descontento del público… y dijeron que su actitud no es de ayer, sino de siempre… y nuestro público, es preciso decirlo, es como todos los públicos, impulsivo y nada más.
Pero ayer, francamente, desde que el segundo tiempo comenzó, no hubo en el campo nada digno de elogio.
De las dos horas y pico que duró el partido, incluidos los escándalos, los zarandeos y las broncas, sólo se jugó al balón en la primera parte. En ella hubo técnica y corrección, por lo menos se guardaron las formas, y en este primero tiempo, luchando noblemente, el Badalona dio más sensación de juego, ya que siendo el Pasayako un equipo de mucho empuje y de juego rápido, ayudado por el viento fortísimo, el Badalona supo neutralizar con entusiasmo la porfiada intervención contraria del viento y contener el esfuerzo del Pasayako.
Les hicieron un buen tanto, por medio de un gol desde lejos, pero no descansaron, sino que ello fue acicate para su ataque.
El Badalona practicó un juego de pases cortos, por bajo, quizá excesivamente prodigados, con perjuicio notable para la rapidez del match, y por otra parte sin decisión en los remates, que naturalmente son evitados por la codiciosa defensa del Pasayako, que fue su mejor línea.
El equipo porteño hizo otra táctica, fueron sus características los pases largos a las alas, y los centros cerrados de estas, que remataban codiciosamente los restantes equipiers de la línea con enérgicas entradas.
Cenzano, mientras, actuó serenamente, evitó toda violencia; pero luego, al descomponerse el cuadro, no fue él quien más acierto mantuvo.
Las segundas partes, el segundo tiempo y la prolongación, con excesivo nerviosismo en los jugadores por un tan largo empate, y fatiga en el público molestísimo por el frío, dieron un juego mucho peor, embarullado, sin técnica, a base de patadones y de entradas enérgicas de ambas líneas zagueras. En efecto, los tríos defensivos, apoyados por las líneas medias, fueron quienes más enérgicamente actuaron y con más constancia, porque los balones llegaban a ellos de despejes largos, seguidos por los hombres del ataque arrolladores.
Se hizo el juego sucio y se provocaron alborotos.
Pero el partido tuvo un momento decisivo. Fue en la segunda parte, avanzó sólo el delantero centro del Pasayako y se encontró frente a la meta catalana absolutamente abandonada, para chootar fuera, con la natural desesperación.
El Badalona alineó a Brú, Masenet, Tejedor II, Bosch, Blanco, Camps, Llinas, Castro, Forgas, Garriga, Tejedor III; y el Pasayako L. E. a Zubiri, García, Elizalde, Mendia, Salazar, Zozaya, Zala, Martínez, Gual, Echevarria, Barbeito.
El primer tanto lo metió el Pasayako con un hermoso tiro desde el extremo derecha, que el viento fue empujando al gol, y terminó el primer tiempo con aquella ventaja.
El empate obtenido por el Badalona lo fue por medio del extremo izquierda, que centró sobre la puerta rematando el delantero centro seguramente, pero con un poquitín de barullo.
En la prolongación el Badalona marcó un tanto a poco de iniciarse.
Marcó luego otro que fue anulado por offside, y provocó la expulsión del delantero centro, y luego el Pasayako marcó otro que por su factura dudosa provocó serias protestas y la expulsión del medio centro catalán y la colaboración de los civiles, todo rebozado con escándalos y broncas.
Cenzano se desconcertó mucho, y la lucha terminó sin orden ni concierto.
En una reunión efectuada se acordó repetir el partido ésta tarde, seguramente a las ordenes de Adrados y con ambos onces íntegros, incluso Blanco y Forgas.
Por nuestra parte les recomendamos serenidad y deportividad a los jugadores y a los espectadores.