Gertakariak

ARROLLADA POR UN TREN

La Unión Vascongada, 1899-05-15

En la vecina villa de Pasajes ocurrió ayer un sensible suceso.
El tren tranví­a núm.2.053 que pasa por aquella estación con destino a Francia a las 6,31 de la mañana, atropelló al intentar atravesar la ví­a que él llevaba, a una mujer como de 55 años.
Marcelina Segurola se nombraba la ví­ctima.

Era casada y habitaba el caserí­o Domeztiegui, situado en la circunscripción de San Pedro. [Gomistegi, a la entrada de Trintxerpe].
La mujer en cuestión acostumbraba a vender en los barrios de Pasajes hortalizas y frutas que los terrenos de su caserí­o producí­an.
Como de costumbre, vino ayer a la hora citada de las seis y media al barrio de Ancho, trayendo sobre su cabeza un cesto de verduras.
Marchaba por las entreví­as situadas frente al almacén de los señores Yurrita y Compañí­a, cuando el tren hizo su aparición bajo el paso superior de Buenavista.
El maquinista titular señor Urcelay, que regentaba el tren, hizo con el silbato las señales reglamentarias anunciando su paso.
El guarda agujas señor San Juan, que sostení­a la del centro de la estación cercana al sitio por donde la mujer vení­a, gritó también e hizo señales para que Marcelina se apercibiese del peligro; pero ésta, que en realidad estaba de él alejada, dio un paso hacia adelante para atravesar la ví­a y lo hizo con tan mala fortuna que la máquina la atropelló pasando con el convoy que arrastraba sobre el cuerpo de la infeliz casera.
Resultó ésta con ambas piernas horriblemente destrozadas, graves heridas en la cabeza y fuertes magulladuras en todo el cuerpo.
Presentados el jefe de servicio el señor Garcí­a, el médico de la localidad D. Ignacio Marí­a Casares y el párroco de Ancho D. José Lasquibar, procedieron cada cual en lo que les correspondí­a a suministrarle los auxilios conducentes.
En graví­simo estad, casi en perí­odo agónico, fue conducida en una camilla al caserí­o Domeztiegui [Gomistegi], donde ha dejado de existir.
Deja sólo un muchacho ya crecido.
Dí­cese que la ví­ctima padecí­a sordera y que esta causa, agregada a un ensimismamiento particular en que hace dí­as se habí­a sumido, impidiéronle darse cuenta de la llegada del tren que la atropelló.
Fue arrastrada más de doce metros.
Siniestros detalles: el maquinista señor Urcelay fué el mismo que con su tren atropelló en Irún el coche de Polo originando la muerte de cinco personas.
En aquella catástrofe llevó la máquina ante sí­, sobre la traviesa de choque, restos humanos y trozos del carruaje atropellado.
En la desgracia de ayer quedó el cesto de Marcelina sobre la misma traviesa de la máquina, llevándolo hasta el andén de la estación.
Los pies de la infeliz quedaron allí­ sobre la ví­a.
Recogidos en un cesto fueron llevados por un alguacil al cementerio.
El Juzgado de San Pedro y guardia civil del mismo puesto presentáronse en el lugar del suceso, siendo los primeros en comenzar las diligencias el cabo de miqueletes D. Miguel Vidaurreta y un individuo del mismo cuerpo.