Los Tres Pasajes, nº 19 1961

Jugador del Aurora pasaitarra

internacional en Amsterdam

y conserje del Campo de Atocha

Amadeo Labarta Rey, antiguo jugador de la Real Sociedad de San Sebastián y actual conserje del Campo de Atocha; es de Pasajes, de Ancho concretamente; él se tiene por un «amarrecheta» neto, ya que vino al mundo en las populares «Diez Casas», el 31 de Marzo de 1905.
Persuadidos de que una breve charla con Amadeo, uno de los pasaitarras que dentro del ambiente futbolí­stico nacional logró personalidad y popularidad mayores, serí­a bien acogida por los lectores de nuestra revista, a Atocha nos dirigimos dí­as pasados. Y en Atocha lo encontramos entregado de lleno a sus cotidianas tareas como conserje y cuidador del Campo Municipal donostiarra.
Amadeo Labarta –todos le conocéis– es un hombre abierto, un poco brusco si queréis, en sus reacciones espontáneas, pero sencillo y modesto y una persona de buena fe.
Al conocer nuestras intenciones, sonrió bonachonamente y dijo:

–Pero… ¿no te importará que hablemos de pié y mientras trabajo? Hoy «ando» un poco atrasado y me habí­a hecho el propósito de aprovechar la tarde…
–Da lo mismo, porque la cosa será breve: verás.
Echamos a andar camino del terreno de juego, detrás del buen Amadeo; y al pasar por los vestuarios vemos en la parte alta de una de las paredes, una lápida que dice textualmente:
“1910-1952. A la memoria de D. Fidel Teran Vicario, primer conserje de este Campo de Atocha, en recuerdo de gratitud a su lealtad y relevantes servicios. La Real Sociedad”
Y sobre la marcha pregunto a mi acompañante:

–¿Desde cuando estás aquí­, Amadeo?
–Oficialmente, desde el 1 de Septiembre de 1952. Pero antes de esa fecha ya estuve durante unos meses ocupándome del campo
–¿Da éste mucho trabajo?
–Actualmente, bastante. Tres hombres y una mujer tienen en él ocupación diaria.

Un poco más adelante, tropezamos con una anciana bajita, recia, rechoncha y vivaracha, muy simpática.
–Es mi madre –explica nuestro interlocutor– vive con nosotros aquí­. Ha pasado ya de los ochenta…

Llegamos al campo de juego propiamente dicho. El dí­a es espléndido; sobre el alfombrado césped rutila el sol. En la parte baja de la tribuna popular y en la intersección de ésta con la tribuna del Mercado de frutas hay tendidas unas cuerdas, y sobre ellas, unas ropas secándose. Y allí­, sin dejar ni un solo instante su trabajo, Labarta vuelve a hablar:

–Pregunta lo que quieras.
–¿Cómo viniste a la Real, Amadeo?
–Yo trabajaba en Luzuriaga y ganaba diez reales al dí­a. Pero practicaba el fútbol por gusto y afición. Entonces jugaba en el Español, de Pasajes. Sin duda, les gustaron mis maneras de jugador, y un dí­a vinieron a proponerme que pasara a la Real.
–¿Qué condiciones pusiste?
–Que me colocaran en la Fábrica de tabacos; a otros ya les habí­an colocado. Pero me dijeron que no era factible por el momento, porque ya tení­an bastante cansado al director con sus peticiones. Entonces me propusieron darme diez pesetas al dí­a. Me convino la proposición, y quedó hecho el trato.
–¿Cuándo ocurrí­a eso?
–La temporada 1925-26.
–Y tú, ¿desde cuándo jugabas al fútbol?
–Yo no fui un futbolista precoz, de esos que juegan y se “hacen” en la playa. A mí­, a los seis y los siete años, me gustaban mucho más la pelota y el frontón que el balón redondo y los campos de hierba. La afición me entró mucho después, a los trece o los catorce. No sé cómo
–¿En Pasajes?
–Claro, en Pasajes. Y el equipo en que jugué primeramente fue el “Aurora Pasaitarra”, que era “amateur”. Allí­ empezaron también Alejandro Dí­az, que después jugó en el Atlético de Madrid; Luis Marí­n, mi hermano Pepe y Esteban Pérez Torres. Esto era por los años del fin de la primera Gran Guerra.
–¿Y… ¿después del “Aurora”?
–Se fundó el “Español” y a él pasamos casi todos. Entre ellos y otros que fueron entrando constituimos un equipo que, ya federado, participó en los torneos regionales de la serie B que entonces se celebraban.
–¿Recuerdas algunos nombres del “Español”?
–Sí­… Zubiri, Miguel Garcí­a, “Pelí­n”, los Zafa (Pepe y Eugenio), Zozaya, “Chimista”, “Canario”, Fermí­n Sancho (Garrote), Juanito Mendizábal…
–Pero, por aquella época, el equipo de Pasajes que más ruido metí­a era el “Pasayako”. ¿Llegaste tú a jugar en él?
–No. Yo del Español pasé directamente a la Real Sociedad; ya te lo he dicho.
–¿Cuál es tu mejor recuerdo de futbolista?
–Sin duda, las tres finales de Santander, en 1928, contra el «Barcelona», en que yo jugué de medio con Marculeta y Trino.
–Llegaste a ser internacional, ¿verdad?
–Sí­. En la Olimpiada de Amsterdam, tres veces. Primero ganamos a Méjico y después empatamos con Italia, para perder finalmente con ésta.
–¿Recuerdas quienes formaron con el equipo español en aquellos tres memorables partidos?
–Vamos a intentarlo…

Y después de breví­simo esfuerzo mental, salen, fluidas, de labios de Amadeo, las tres formaciones, verdaderamente históricas en nuestro fútbol:
Jáuregui (Arenas); Vallana (Arenas) y Quincoces (Alavés); Amadeo, Gamborena (Irún), Trino; Mariscal, Regueiro (Irún), Yermo (Arenas), Marculeta y «Kiriki».
Jáuregui; Chomin Zaldúa y Quincoces; Amadeo, Antero (Alavés) y Lagarreta (Bilbao); Paco Bienzobas, Regueiro, Yermo, Marculeta y «Kiriki».
Jáuregui; Zaldúa y Quincoces; Amadeo, Gamborena y Trino; Bienzobas, Regueiro, «Cholí­n», Marculeta y Robus (Arenas).

–¿Hasta qué año estuviste en activo en la Real?
–Mi última temporada de jugador blanquiazul creo que fue la 34-35. Después entré en la «Pysbe» y mi trabajo allí­ me absorbí­a demasiado tiempo para poder seguir rindiendo como jugador.
–Pero, después volviste al ambiente deportivo como entrenador, ¿verdad?
–Sí­. Me buscaron los directivos del «Burgos F.C.», que era un equipo militante en categorí­a regional, y logré colocarlo en Tercera, división en la que estuvo cuatro temporadas.
–¿Y más tarde?
–Las temporadas 1946-47 y 47-48 entrené al Osasuna, de Pamplona, cuando este equipo figuraba en Tercera. Y aquí­ se acabó. Aquel Amadeo Labarta, tan traí­do y llevado, es hoy conserje del Campo de Atocha.
–De cuantos jugadores has conocido, ¿quiénes crees que han sido los mejores o más completos?
–De los de un ayer anterior a mí­ y entre mis contemporáneos, René Petit, Samitier y Gamborena. También guardo un recuerdo inmejorable, como jugador y persona, de mi paisano y amigo Miguel Ayestarán, que fue igualmente internacional y un caballero dentro y fuera del campo.
–Y.. ¿de los jugadores de hoy?
–Hay uno verdaderamente excepcional: Di Stéfano.
–Aunque residente en San Sebastián, ¿sigues teniendo ví­nculos familiares en Pasajes?
–Desde luego. Mis hermanos Balbina y Pepito siguen viviendo en Ancho. Mi otra hermana, Valentina, reside en Lasarte.

Cumplimentado el breve cuestionario que llevábamos para la interviú con Amadeo Labarta, abandonamos el Campo de Atocha, dejando a nuestro amigo enfrascado en las faenas propias del cargo que en aquel viene desempeñando, a satisfacción de todas las Directivas que ha tenido el primer Club deportivo de la provincia desde hace nueve años. Efectivamente, no será cosa fácil encontrar para el hombre más compenetrado con la Real Sociedad en lo moral y en lo material que éste.

L. U B.