Pasaia Gaur nº 10, 1978

Hací­a tiempo que se querí­a hacer en Pasajes, por estas fechas Patronales, algún festejo ciertamente nuevo en los habituales programas.

Varios cerebros del pueblo, de los más fértiles en esto de idear espectáculos nuevos, trataban de dar con él. Pero realmente, ¿qué podrá haber ya de verdad nuevo bajo el sol?

Los chicos del C. D. Pasajes a quienes hemos de agradecérselo han dado este año con algo que, sin ser verdaderamente nuevo ni original en esencia y en potencia, por lo menos para el pueblo lo es.

Se trata de una comparsa de Caldereros. Los mismos que, por la Candelaria y al mando del insigne «koshkero» Luis Irastorza, suelen recorrer estos últimos años las calles de la Parte Vieja de la capital guipuzcoana, atronándolas con la música evocadora y pegadiza de Raimundo Sarriegui.

El alcalde, señor Yarza, a quien se brindó la iniciativa, la acogió con entusiasmo, prometiendo que la Corporación de su presidencia la patrocinarí­a. Y así­ ha sido, en efecto.

Comenzóse por reclutar gente joven y animosa, de uno y otro sexo. Y en esta labor se pasó un cierto tiempo. Por fin, se lograron reunir 65 varones y 30 señoritas que aman de verdad a su pueblo, que quieren divertirse divirtiendo a los demás y esto es muy importante también con algo de voz y un mí­nimo sentido del ritmo. El que no cante, que lleve el compás golpeando contra una sartén o un caldero… y en paz.

Luego se pasó a elegir al húngaro-jefe, recayendo la designación en elemento tan adecuado, por popular, por dinámico y hombre de iniciativas y de competencia musical, como Anthón Cortajarena, notable y veterano cantante «amateur» en quien un caso parecido a Manolo Arruti, el ruiseñor ciego por amor al «txoko» se malogró un eminente barí­tono. Su hermano, Agustí­n, se prestó a acompañarles al piano en los ensayos, y éstos dieron comienzo el lunes 20 de junio, por la noche, en el edificio del Mercado, en Ancho.

La puesta a punto de los coros ha sido obra del gran director del Coro Easo, Angel Galarza.

Los Caldereros pasaitarras estupendamente ataviados y caracterizados ellas y ellos saldrán el jueves 11, a las once de la noche, de la fábrica de harinas, siguiendo este itinerario:

Toda la carretera o avenida de Navarra hasta la calle de Iparraguirre, por la que se entrará a la de Blas de Lezo, que se recorrerá en su totalidad, torciendo luego a la derecha, para pasar a la del Coronel Beorlegui; ésta adelante, hasta Luzuriaga, y continuando seguidamente por la de Iparraguirre hasta la Sociedad Lore Chorta. Aquí­ parada y concierto.

Y acabado éste, que tendrá todo el significado de un cariñoso saludo del C. D. Pasajes a la Sociedad fraterna, la comitiva proseguirá hasta el campamento de los gitanos, señalado en el recinto vallado donde se suelen celebrar los festejos taurinos de los «sanfermines». Aquí­ pararán los carros y las caballerí­as, apeándose de unas y otros gitanos y gitanas para dar ante el pueblo de Pasajes un magní­fico concierto. Por último, se reanudará la marcha hasta el punto de partida, esto es: la fábrica de harinas.

La letra a que se ajusta la popularí­sima música de Sarriegui ha tenido naturalmente que ser modificada un tanto, ya que los Caldereros lo son de Pasajes Ancho y no de San Sebastián, como en la Candelaria.

He aquí­ la letra en cuestión, ya adaptada al ambiente pasaitarra:

¡Qué belleza! ¡Qué paisaje!
contemplamos todos por doquier
¡Al gran pueblo pasaitarra
saludamos, llenos de placer!

Caldereros somos de la Hungrí­a
que venimos ahora de Fariff
a pasar en vuestra compañí­a
los festejos del gran San Fermí­n.
Componemos la alegrí­a
de este pueblo sin igual,
¡ay, cuánta dicha vamos a gozar!

Chocad… ¡chas! ¡chas!
Chocad… ¡chas! ¡chas!
Chocad… ichas! ¡chas! ¡chas! ¡chasl

¡Qué belleza! ¡Qué paisaje!
contemplamos todos por doquier
¡al gran pueblo pasaitarra
saludamos llenos de placer!

Recorrimos diversos paisajes
y admiramos beldades a mil,
pero nunca mujeres tan lindas
cual las niñas que vemos aquí­.

Su cintura es flexible palmera,
son sus labios cual fino coral,
si ellas fueran caldereras,
con sus ojos fundieran metal.

Queridos compañeros:
¡Vamos a trabajar!

(Trabajando.)

Componemos, bien y pronto,
peroles, chocolateras,
los braseros y calderos,
y trabajamos de balde,
barato y con perfección.
Aunque el maestro nos riña,
si nos miran esas niñas
que están en ese balcón.

Pasaitarras, hechiceras,
¿quién nos llama? Que nos vamos
¡Grato recuerdo llevamos
al separarnos de aquí­!
Y no olvidéis que hoy
al dejar los caldereros
una canción van a cantar
acompañados del tic, tic, tac.

Estamos persuadidos de que el éxito más completo acompañará a los organizadores y realizadores de este festejo callejero; en vista de lo cual se animarán unos y otros, siempre, claro está, con la cooperación del Ayuntamiento a preparar en años próximos otros espectáculos parecidos, iguales y aún mejores que este de los Caldereros.