Pasaia Gaur nº 8, 1978

En los alrededores de 1880, varias compañí­as multinacionales entre las que se encontraban Clavileño, Petróleos Porto Pi, Autorina, Shell, etc. crearon en lo que ahora es el barrio de Molinao una refinerí­a de productos petrolí­feros. Sí­, ha leí­do bien la palabra refinerí­a, pues desde su fundación, hasta cerca de 1920, la factorí­a de Molinao refinaba el petróleo puro que vení­a desde Pensilvania por medio de dos petroleros de vela: el bergantí­n goleta San Ignacio de Loyola y el Gobeo. Con relación al San Ignacio de Loyola hay que decir que algunos lo consideraban el primer petrolero español y que fue botado en agosto de 1893 y que se perdió el 20 de enero de 1912.

Cuando los petroleros a vela llegaban al puerto de Pasajes, las gabarras trasladaban el petróleo crudo por la rí­a de Molinao hasta el muelle que disponí­a la refinerí­a. Una vez destilado el petróleo, lo llevaban en carros de bueyes hasta los almacenes, uno de los cuales estaba en San Juan, donde lo enlataban, o hasta los vagones del ferrocarril. En una de las fotos que acompañan a estas lí­neas se ve la descarga desde la mitad de la cuesta de Buenavista. Hasta ese punto, después de los carros de bueyes, el traslado fue por medio de camiones.

Si hiciésemos un estudio sobre la utilización de los productos derivados del petróleo verí­amos que en los finales del siglo pasado el producto fundamental era el «petróleo lampante» y los restantes eran casi desechados. Así­, el petrolero Gobeo en las salidas del puerto de Pasajes llevaba en sus tanques gasolina que la arrojaba en alta mar al no tener este derivado una gran salida comercial. Como ya se ha dicho antes, en las cercaní­as de 1920 la refinerí­a deja de funcionar como tal y se convierte en factorí­a de almacenamiento y manipulación de productos petrolí­feros.

El primero de enero de 1928, las multinacionales –que actuaban bajo la denominación común de «Señora viuda de Londaiz» y «Sobrinos de L. Mercader»– tuvieron que dejar las instalaciones al convertirse el almacenamiento y distribución de productos petrolí­feros en un monopolio que lo administrarí­a la Compañí­a Arrendataria del Monopolio de Petróleos, S. A. (CAMPSA).

La saturación de la factorí­a de Molinao comienza a producirse en 1958 y ya en ese año se empieza a pensar en su ampliación. Como Molinao no da para más, CAMPSA fija su mirada en Renterí­a. Las protestas del pueblo y Ayuntamiento de la villa vecina no sirven para cambiar el proyecto de emplazamiento y en 1968 comienza a entrar en funcionamiento la nueva factorí­a, que en sucesivas etapas alcanza su pleno rendimiento.

En el presiente año, y una vez que se terminen las obras que se están realizando en Molinao, esta factorí­a tendrá el carácter de reserva, pues todos los abastecimientos se harán por medio de Renterí­a y sólo en caso de urgencia habrá movimiento en los depósitos de Molinao, para transvasar el combustible hasta la factorí­a de la carretera de Lezo.

Ruiz