Gertakariak

Desgracia en pasajes

La Unión Vascongada, 1897-12-12

En la vecina villa de Pasajes ocurrió ayer tarde un suceso dolorosí­simo que ha impresionado hondamente el ánimo de cuantos lo presenciaron.

Un tren de mercancí­as, el núm. 1.000, que de aquella estación habí­a salido con dirección a nuestra ciudad a las 4’35 de la tarde, arrolló a una infeliz criatura de 12 años de edad, fracturándole completamente la pierna derecha en su tercio inferior.

Existe, como todo el que por allí­ pase una sola vez puede observarlo, una gran pendiente á la salida de agujas de aquella estación, en sentido ascendente, que hace disminuir la marcha de los trenes en aquel punto, reduciéndose ésta cuando, como el tren de ayer, se compone de muchos carruajes con pesada carga, a menos de 20 kilómetros en un corto trayecto, de tal modo que cualquier arrojado puede montar en los vagones sin gran dificultad.

Esto sabido, procúrase ejercer una activa vigilancia por parte de los empleados de la estación y el tren para que ninguna persona ajena o no perteneciente a la Compañí­a suba o descienda del mismo. Pero no siempre proporciona esta vigilancia los resultados apetecidos. Chiquillos mal educados, golfos en miniatura, que hallan más distraí­do ocuparse en imitar las rapacerí­as de Candelas que en asistir a los centros de instrucción, no sabemos si porque los que sobre ellos ejercen, o por mejor decir, debieran ejercer cierta presión moral, no los obligan a lo último, o porque les fuerza la miseria en que se envuelven a aceptar sin escrúpulo de ninguna clase todo cuanto sus mal aconsejados e irreflexivos hijos les entran por la puerta de casa, ello es que muchos de aquellos muchachos se dedican, sobre todo en los dí­as en que los trenes salen de Pasajes con vagones de carbón mineral, a asaltarlos y llevar a su casa el producto de la rapiña que el celo de los empleados, con ser mucho, no ha podido evitar.

Esto, o algo muy parecido, sucedió ayer tarde en Pasajes; a las cuatro y cuarenta de la tarde, casi de noche, hora en que salió el tren de mercancí­as referido de aquella estación.

Pedro Aizpurua, de 12 años de edad, cuyos padres Manuel y Marí­a Bautista, obreros sin trabajo, tienen su domicilio en el barrio de Molinao, consiguió subirse, al pasar el tren bajo el viaducto de Buenavista, a una de las plataformas de carbón que aquel conducí­a.

Arrojó a la ví­a, aprovechando de la oscuridad reinante y medio oculto, donde los empleados no podí­an percibirle, algunos pedazos de carbón, mas al intentar hacer lo mismo con un bloque que para el muchacho exigí­a un gran esfuerzo, o al intentar bajarse ya de la plataforma (que esto no ha podido ponerse en claro), frente a la estación del tranví­a en el Puerto, resbaló y cayó entre les enganches, a la lí­nea férrea, pasando por encima de su pierna más de 30 vagones. Milagro fue que el muchacho no quedara completamente destrozado por las ruedas de los vehí­culos que sobre él pasaron.

A los gritos lanzados por el muchacho y al de socorro que horrorizadas pedí­an para él algunas señoras que desde sus casas lo presenciaron, acudieron al lugar del suceso el miquelete D. Ignacio Gorriti, factor autorizado de servicio en el Puerto D. Agustí­n Seco, industrial D. Juan Cruz Barrio y vigilante D. Jose Marí­a Oyarzábal.

En brazos de los primeros de dichos señores transportósele inmediatamente al infeliz niño a las enfermerí­as de la Sociedad del Puerto, mientras el jefe de la estación de Pasajes, D. Manuel Escudero, que fue avisado, los alcaldes de Alza y barrio de Ancho D. Ramón Aristiarte y D. Pedro Lapazarán, médico D. Ignacio Marí­a Casares, Juzgado municipal, cabo de miqueletes D. Miguel Vidaurreta e individuo del cuerpo señor Basurto y empleados de la Sociedad acudí­an con auxilios al lugar donde el niño se hallaba depositado.

La pierna derecha de la criatura, completamente fracturada en su tercio inferior, con horrible magullamiento de las partes blandas, pendí­a sostenida por leves ligamentos de la rodilla. El facultativo señor Casares practicó una cura provisional mientras las autoridades allí­ reunidas, oí­do el parecer de dicho señor, acordaban la traslación del herido al hospital de Manteo de esta ciudad, donde por la noche ha debido practicársele la amputación por el tercio del muslo.

Además curósele de varias contusiones en el cuerpo.

El estado del herido era anoche de alguna gravedad.