2014-05-17, sábado 12:00
A las 12:05 estábamos cuatro gatos. Txabolsotoa en la alameda, juegos infantiles. ¿Quién ha dicho que Antxo no tiene vida? No hay fin de semana en que no coincidan dos y tres actos populares. Exagerando un poco, pero es la sensación. A las 12:15 Pablo Díez empezaba su intervención ante treinta y ocho oyentes de todas las edades, desde setentones hasta veinteañeros. Entre los asistentes pudimos reconocer a importantes dirigentes obreros, como Luis Alzola y Juan Ramón Arnoso, que intervinieron en el amplio coloquio que se produjo tras la charla. No en vano el tema a tratar era la lucha obrera en Luzuriaga.
En la primera parte, Pablo Díez ha descrito las condiciones de trabajo en los años sesenta, resaltando la importancia de la formación, la clandestinidad y la propaganda como parte esencial de la lucha. Gracias a todo ello, y durante veinte largos años, Luzuriaga fue la referencia sindical de toda la zona, desde Hernani hasta Oiartzun. En su opinión, el punto álgido de la lucha obrera como vanguardia política fue la movilización en torno al Juicio de Burgos, en 1970.
En la segunda parte, más breve, se ha centrado en la lucha obrera tras la legalización de los sindicatos a partir de la amnistía laboral de 1977. Aquella gran estructura representativa que se había formado en Luzuriaga al margen de la ley, reconocida por la dirección y plasmada y regulada en el famoso Libro Azul, quedaba «superada». De que las bases eligiesen sus delegados por secciones se pasó a las listas cerradas. La libertad sindical trajo libertad, evidentemente, pero también distanciamiento entre los sindicatos, división de la clase obrera y decadencia de la lucha. «¿Cuántas huelgas generales se han hecho desde entonces?».
Directo y discreto, sin personalismos, Pablo Díez ha conectado con el público desde las primeras frases. Unas pocas y bien intercaladas anécdotas han ilustrado perfectamente la situación de las distintas épocas, haciendo que pasásemos de la carcajada a la indignación. Ha sido fuertemente aplaudido.
Un intenso coloquio ha seguido a la charla. Entresacamos algunas intervenciones:
«Tengo treinta y ocho años, me gusta asistir a charlas y conferencias, pero nunca he podido escuchar nada parecido a lo que hemos oído hoy. Ha sido emocionante y muy interesante».
«Ahora hay sedes de sindicatos que parecen bancos».
«El eje fundamental del sindicalismo ha pasado a ser la negociación, con lo que se ha creado una clase asentada en la burocracia».
«Falta una autocrítica seria, profunda, de lo que hemos hecho y de lo que hemos dejado de hacer. La reforma trajo una serie de pactos, reformas tras reformas, hasta once reformas tras los Pactos de la Moncloa. A cada reforma, el movimiento obrero no ha hecho más que retroceder, y los sindicatos siempre justificándose».
«Nosotros hicimos huelgas de hasta dos meses».
«Sí, pero no olvidemos un dato importante: en los años sesenta y setenta teníamos pleno empleo. No existía el miedo al despido. Aunque estuvieses fichado, aunque supiesen quién eras, siempre encontrabas trabajo».
«Yo creo que la caída del Muro de Berlín trajo el neofascismo este que está en todas partes. El estado del bienestar fue algo provocado por el socialismo. Ahora ya no hay nada que se oponga al capitalismo salvaje».
«La lucha de aquellos años fue muy sufrida y muy bonita a la vez, porque conseguimos mucho… ¡Parece mentira a dónde hemos llegado!».
En el lunch, un comentario general entre los más jóvenes: «Tenemos que organizar más charlas de este tipo, tenemos que conocer lo que fue Luzuriaga». Curiosamente, Pablo Díez, miembro fundador de la primera comisión obrera de Luzuriaga, comenzó la charla con un saludo al trabajo de LuzuriagaMartxan, considerando la recuperación del edificio como una prolongación de la lucha de sus trabajadores…