La Unión Vascongada, 1898-05-17
¿ESPÍA?
De Pasajes nos denuncian un hecho que por lo que de él pueda haber de cierto, dada la gravedad que en sí encierra trasladamos con toda clase de reservas a las autoridades.
Parece ser que un individuo extranjero, como de cuarenta años de edad, que usa bigote entrecano, es de regular estatura y va correctamente vestido con gabán de color café y gorra gris, interésase más de lo que fuera conveniente en conocer la situación del canal de entrada del puerto y la calidad de los barcos que en la bahía están anclados.
Como alguien le contestase en términos poco satisfactorios, reveladores de la sospecha que al preguntado ó preguntados empezaba ya a inspirarles tal género de demanda de noticias, el extranjero, inglés por la apariencia, fuése al barrio de San Juan, de donde regresó así que hubo contemplado breves instantes el canal, al barrio de Ancho, dirigiéndose seguidamente a nuestra ciudad.
No queremos suponer que fuese espía el sujeto aludido, pero hoy que el oro yankee corre a montones con tal de conocer algo de lo que en nuestros puertos se hace, y las defensas que en nuestro litoral poseemos, bueno será andar ojo avizor con todo el que como el extranjero de referencia muestra tanto interés en sus indagaciones. Y nosotros creemos cumplir uno de los más rudimentarios deberes de patriotismo, trasladando este hecho a las autoridades y haciéndolo público para que nadie se deje sorprender por esos individuos a quienes todo lo nuestro parece interesarles, y por el contrario les denuncien para que éstas puedan cumplir su misión.
DESGRACIA EN PASAJES
Ayer, a las siete y media de la tarde, ocurrió en Pasajes Ancho una triste desgracia, originada por la travesura y el apresuramiento.
Un joven, hijo de nuestro querido y particular amigo el capitán de Carabineros, señor Gómez, al salir de la oficina de los señores Irigoyen y Compañía, quiso subir precipitadamente a un vagón que en unión de otros vagones era arrastrado por la máquina de la Sociedad del puerto.
Este tren de mercancías maniobraba por la calle de la Cuarta vía.
El pobre muchacho, que apenas tiene 14 años, quiso subir, como decimos, a uno de los vagones, con tal mala fortuna que, resbalando, cayó al suelo y aunque no fue cogido por las ruedas el tren le arrastró en algún trecho, haciéndole chocar con la pared de los almacenes que, como sabrán nuestros lectores, están muy próximos a la vía.
Por fin el maquinista se apercibió de lo que ocurría y detuvo la máquina.
El infeliz joven, según nos comunican á última hora, se halla en estado bastante grave.