Los Tres Pasajes nº 6, 1948

La Guardia Municipal de Pasajes, a cuyo frente sigue figurando el Inspector-jefe D. Daniel Burgui Noguera, cuenta actualmente con la siguiente plantilla: un subjefe, tres cabos y 23 guardias.
Estos, para la prestación de sus servicios, se dividen en tres grupos: circulación, población y nocturnos.

Los de circulación prestan servicio en Ancho y en Trincherpe; los nocturnos lo prestan, fijo, en los distritos a que están adscriptos; los de población alternan en todos ellos.

¿Era realmente necesario ese servicio de circulación? –hemos preguntado al señor Burgui.
— Sumamente necesario –nos ha contestado–. Tanto lo era, que desde que se montó, puede decirse que han desaparecido los accidentes, pues sólo se ha producido uno, y éste, leve. Y es que cada dí­a la circulación de vehí­culos es mayor. Las aglomeraciones de público a determinadas horas nos indujo a poner un poco de orden, a ver si así­… Estas aglomeraciones son, sobre todo, a mediodí­a, cuando los obreros salen del trabajo, y como tienen poco tiempo que perder se lanzan, como alocados, al asalto de los tranví­as. Fué preciso regular la velocidad de los coches mediante la colocación de discos y robusteciendo la autoridad de los guardias. También, en Trincherpe, hubo necesidad de tomar resoluciones terminantes.

El problema del gamberrismo, ¿va en ví­as de solución?
— Sí­; esta plaga también hizo su aparición en Pasajes. La actuación del patoso, esto es, del individuo anticivil, del hombre impermeable a las más elementales normas de educación ha quedado resuelto. Para ello se ha creado un registro especial de reiterantes en las faltas contra la convivencia ciudadana. Y a toda la fauna de seres antisociales y reincidente se le ha confeccionado un fichero de su actividad perniciosa. El gamberro debe desaparecer. Y un medio eficaz es la multa; y al reincidente, además, darle el carnet de barrendero de cuota;

¿Está V. satisfecho del resultado de su gestión en la Jefatura de la Guardia Municipal de Pasajes? A lo que replica:
— Contento nada más. Ya que, al hacerme cargo de la jefatura de la Guardia Municipal, fundamenté en estos cuatro postulados –disciplina, espí­ritu de superación, cumplimiento del deber y amor a la profesión– el desempeño de mi misión, y basándome en ellos es muy difí­cil sentirse satisfecho, ya que a la perfección es muy difí­cil llegar. No obstante, he tenido algunas satisfacciones y le diré que tuve una que se la voy a referir. El dí­a 22 de junio se sancionó a un señor que iba en su coche a una velocidad excesiva. Se sintió molesto y se llegó a la Inspección para dar la queja, pero pagó la multa y se marchó. El dí­a 25 se presentó de nuevo en mi despacho, rogándome que felicitara al guardia que le denunció, porque, después de recapacitar sobre el caso, llegó a convencerse de lo acertado de tal medida.

Colombo