Los Tres Pasajes, nº 16, 1958

Los recientes «tira y afloja» planteados en torno a las actuaciones regulares de la banda de la Musical Pasaitarra que dirige el maestro Beteta, nos han inducido a sacar de nuestro archivo la presente fotografí­a para publicarla en las páginas de LOS TRES PASAJES.

Para muchos de nuestros lectores la foto que hoy publicamos tendrá un indudable valor no sólo documental sino también sentimental y evocador.
Contemplándola, es curioso y de todo punto oportuno hacer un poco de historia del ayer filarmónico del distrito anchotarra.
Nuestra foto tiene alrededor del medio siglo y fue obtenida por el fotógrafo de San Sebastián, A. de la Barrera, que tuvo en aquella época una gran solvencia profesional y, consiguientemente, un considerable renombre dentro y fuera de la capital donostiarra.
La banda que en ella aparece fue la segunda que, cronológicamente hubo en Ancho. Antes, allá a primeros de siglo, existió otra, que dirigí­a un inteligente profesional llamado Luis Arambarri, que acaso tuviese un ascendiente del actual director de la Banda Municipal de Madrid.

Cuentan las crónicas locales que aquella banda –denominada acaso Musical Pasaitarra de Pasajes Ancho– duró poco, disgregándose a consecuencia de que Luis Arambarri se fue a América, seguramente en busca de nuevos y más espaciosos horizontes para su arte.
Aquella banda fue, sin duda, la primera que hubo en el distrito anchotarra.

La que aparece en nuestra foto se formó merced al desinterés de un grupo de entusiastas aficionados del barrio que constituyeron una Sociedad con el exclusivo objeto de sostenerla, es decir de que Ancho tuviese su banda. Los propios componentes y ejecutantes de la agrupación contribuí­an al sostenimiento de la misma mediante la cuota mensual de una peseta… que en aquella época era dinero.
En aquellos tiempos, la banda, que solí­a actuar durante los domingos y dí­as festivos, tocaba cada vez veinte piezas por lo menos, sin darse sus componentes apenas descanso. Y, como no habí­a ni kiosko ad-hoc ni siquiera alameda, hací­alo en diferentes sitios del distrito; por ejemplo, en los terrenos de Garcí­a hermanos (frente a la Estación, casi donde tienen su parada actualmente los trolebuses) y en la casa de Liceaga o frente a la iglesia, donde se encuentra hoy el bar Pollitena.
Acabados los bailables, continuaba su actuación en una serie de animadí­simos correcalles por todo el pueblo.
Por todo aquel trabajo, el Ayuntamiento les daba una simple merienda, consistente en pan, queso y vino.
¡Las vueltas que da el mundo, querido Facundo! Pero sigamos.

Era director de aquella segunda banda el gran pianista easonense, que luego estuvo al frente del Orfeón Donostiarra y acabó sus dí­as en el Hospital de Manteo, don Miguel Oñate.
El primer, presidente de la Musical Pasaitarra –que éste era el nombre de la entidad formada para el sostenimiento de la banda– fue don Juan Valverde, empleado de la fábrica de Capuchinos y corresponsal en Pasajes del diario «La Voz de Guipúzcoa».
A las órdenes de don Miguel Oñate, figuraba como sub-director de la banda uno de los hombres más populares que ha habido en Pasajes, Shantus Uranga, que al mismo tiempo tocaba el requinto. Aquel inolvidable Shantus Uranga fue en Ancho una verdadera institución, pues, además de sub-director de la banda, era alguacil, tamborilero y barrendero: el primer barrendero que hubo en el distrito, para cuyo cometido obtuvo el oportuno nombramiento en 1.910.
A Shantus le ayudaban en tan importante menester sus hijos Manuel (el mayor) y Francisco (el menor). Disponí­a para el objeto de un carrito, adquirido por el Ayuntamiento, del que tiraba una burrita. Pero este animal no era de propiedad municipal sino exclusivamente suyo, de Shantus, pues que con su dinero lo adquirió en un caserí­o de Alza.
Nos asegura quien tiene motivos para saberlo, nuestro querido amigo Francisco Uranga –hijo de Shantus– que esta burrita costó cinco duros. Se llamaba «China» y debí­a de ser bastante inteligente. Cuando a su dueño, al pasar por las cercaní­as de algún bar, se le ocurrí­a entrar en él a echar un traguito, la «China» se paraba sin que nadie le dijese nada. Y cuando veí­a que Shantus y sus acompañantes salí­an del establecimiento, ella, igualmente, sin necesidad de que nadie se lo ordenara, reanudaba pacientemente la marcha, siempre tirando del carrito de la basura…
Sigamos ahora con la identificación de todos los que figuran en la foto.

El pequeño de la parte inferior izquierda es Manuel Zala, que en la banda tocaba el onoben y actualmente sigue siendo vecino de Ancho.
El otro muchacho es Miguel Inchaurrondo, que en la banda tocaba el triángulo. Fallecido recientemente en Palma de Mallorca, Inchaurrondo tiene en Ancho una hermana y un hermano.
El tercero, Enrique Rosel, desapareció de Pasajes hace ya muchos años y no tenemos de él noticia alguna.
También el que tocaba el bombo –cuyo nombre ha escapado a nuestra memoria–emigró al Nuevo Mundo y no hemos llegado a saber qué fue de su vida.
Veamos seguidamente a los músicos de la segunda fila, en la dirección de izquierda a derecha:
El primero, que tocaba el cornetí­n, es Antonio Gárate y falleció.
El que está a la izquierda del anterior tocaba idéntico instrumento. Sabemos que se marchó a América aunque no recordemos su nombre.
Junto al que acabamos de mencionar, Isaac Zabalbeascoa, que tocaba el filiscorno y falleció, dejando viuda y dos hijos.
Los tres que siguen habrán sido ya identificados por el perspicaz lector, pues son, sencillamente Shantus, don Juan Valverde y el señor Oñate, por el orden que los mencionamos y a quienes nos hemos referido más adelante.
Al lado del señor Oñate está Francisco Sinisterra, que tocaba el bajo. Falleció, dejando esposa e hijos, que viven en Ancho –Las Diez Casas– y otro hijo que reside en San Sebastián.
El último de la derecha –que murió también– tocaba los platillos y se apellidaba Salvador. Detrás de Isaac Zabalbeascoa encontrará el lector a José Valverde, que era clarinete de la banda y desempeña hace años en Pasajes la corresponsalí­a del diario «La Voz de España».
Siguen otros dos, asimismo fallecidos: Ernesto Tizón y Julián Radigales, que tocaban, respectivamente el cornetí­n y el trombón.
A continuación de los anteriores, Gonzalo Zabalbeascoa, trombón de la banda. Empleado de Artaza y continúa residiendo en Pasajes.
Inmediato al que acabamos de citar, José Marí­a Ormazábal, que ya no pertenece al mundo de los vivientes. Unas hermanas del finado Ormazábal, que tocaba el saxofón, continúan residiendo en Pasajes.
Del siguiente nada podemos decir, porque no hemos conseguido identificarlo.
Y pasemos a la tercera fila, siempre de izquierda a derecha:
El primero se apellidaba –puesto que falleció– Torres, aunque no recordamos su nombre. Una hija suya continúa viviendo en las Diez Casas.
El siguiente, Abelardo Velasco, falleció igualmente. Fue un elemento destacado de la banda, en la que tocaba el trombón y llegó a ser hasta director de la misma. Una hermana del difunto, viuda también, reside en Pasajes, y en Renterí­a, un hermano que trabaja en la junta de Obras del Puerto.
Inmediato al anterior, y también desaparecido de este mundo, Ramón Nolla, que fue flautí­n de la banda.
Viene luego Félix Echenique, trombón barí­tono y en la actualidad jubilado de la Aduana de Pasajes.
La señora que encontramos seguidamente fue una de las dos cuyas bellas manos bordaron el estandarte de la banda, se llamaba Tomasa, pero no podemos recordar su apellido. Falleció, así­ cómo su esposo el abanderado, que se halla a continuación y a quien tampoco hemos podido identificar. Inmediatamente a los anteriores, Angelita Valverde, hija del presidente de la Musical Pasaitarra, don Juan; colaboró en el bordado del estandarte y actualmente vive en San Sebastián.
Nos encontramos seguidamente con Cayo Huércanos, componente de los más valiosos de la agrupación, fallecido hace años. Tocaba el cornetí­n y andando el tiempo, llegó también a ser director de la banda.
El siguiente desapareció también. Se trata de Luis Arambarri, que tocaba el cornetí­n y llegó a subdirector.
Siguen dos clarinetes: Ignacio Goicoechea y Enrique Echenique. El primero falleció y sus hijos viven en Buena Vista. El segundo, a cuyo hermano Félix hemos citado más arriba, reside actualmente en San Sebastián.
Y vamos con la última fila, en la que encontramos, sucesivamente, a Pepe Juanes (flauta, que vive en Alza), Arturo Minchero (clarinete, fallecido), Manolo Huércanos (hijo de Cayo; tocaba también el clarinete y en la actualidad es un acreditado industrial de Inchaurrondo); y Francisco Tizón (clarinete, popularmente conocido por Paco Rata y fallecido).
La niña que aparece a continuación con una señora es Juanita Trecu, hace ya muchos años esposa de nuestro antiguo y querido amigo Santiago Cortaberrí­a, activo delegado en esta región de la máquina de coser y bordar «Sigma».
También figura en la foto –hélo a continuación– Francisco González, que, si bien no pertenecí­a a la banda, era, a causa de la afición que sentí­a por la música, muy entusiasta de ella. Murió, lo mismo que su señora, doña Tomasa Machain. Hoy, los hijos de aquel siempre cariñosamente recordado matrimonio viven en Renterí­a, excepto el gordo Angelito González Machain, uno de los ases nacionales de la escritura microscópica, que reside en Hernani.
La relación se cierra con el cornetí­n Rubio (no recordamos el nombre), que emigró a América; y con el trompa –en el mejor sentido, no vayan a figurarse otra cosa…– Braulio Martí­nez, que falleció hace años.
La verdad es que no creí­amos que í­bamos a poder hablar tanto de una foto retrospectiva… Pero estamos seguros de que nuestros lectores nos lo agradecerán.