Los Tres Pasajes, nº 16, 1958
El 7 de julio es de pamploneses y pasaitarras. Nuestro San Fermín nos une en una veneración y en la alegría de celebrar en su honor unas fiestas sonadas. Pasajes, como Pamplona, también tiene sus encierros mañaneros, que sin este festejo no se concibe la fiesta de nuestro primer Obispo Mártir navarro. Y dulzainas y tamboril tocan dianas y acompañan a los Gigantes y. Cabezudos. Todo igual. Como con un solo corazón está cantando Pamplona cuando también canta Pasajes y pasaitarras y pamploneses acaban, lo mismo, con el sollozo humorístico, aunque con un poco de vinagrillo de verdad sollozante, del «Pobre de mí, pobre de mí… Se acabaron las fiestas de San Fermín».
No podemos estar juntos en las fiestas memorables, aunque algunos pasaitarras aún lograrán alcanzar la cola de las de Pamplona, y cuando llega la semana grande de San Sebastián, los pamploneses acudimos a contemplar el mar y nunca se puede uno volver a la tierra sin decir un día: Hoy vamos a Pasajes, que allí se festeja a nuestro Santo. Se pasa una buena tarde paseando por el puerto y después se cruza en barca la hermosa bahía para merendar en San Pedro, con sus callejuelas de cuento de hadas y contemplar el mar abierto en el anochecer. Esta excursión es imprescindible en un veraneante de San Sebastián que tenga buen, gusto. Y los pamploneses lo hacemos todos los años.
Pamplona y Pasajes, por San Fermín, son un canto, a la vida.
Joaquin Roa