Los Tres Pasajes, nº 5, 1947
La Guardia Municipal de Pasajes, bajo la jefatura de D. Daniel Burgui, viene realizando una eficientísima labor.
Recientemente emprendióse por el señor Burgui una enérgica ofensiva contra el gamberrismo, con medidas que han resultado eficacísimas. Una de ellas, sobre todo, la de castigar a los aprendices de gamberros con darles una escoba y hacerles –con mucha amabilidad, eso sí– barrer el pueblo, ha dado un fruto espléndido. Como que cundió la noticia y –claro– hay que tentarse la ropa antes de hacer el ganso… Porque el señor Burgui tiene dadas a sus subordinados, a este respecto, órdenes severísimas.
Y… lo que son las cosas de esta vida. A lo mejor vemos por ahí a un muchacho todo emperegilado, con pinta de señorito –como que lleva hasta cuello planchado y corbata de pajarita– y resulta que barre estupendamente…
–¡Bah!….dirán los lectores que hayan viajado un poco; en Francia, los barrenderos suelen llevar sombrero de paja…
–Si…les podremos contestar nosotros; pero aquéllos cobran.
Y éstos, no. Se enfadan un poco al principio; pero luego, tan contentos… Se van a casa descansados –porque se han pasado previamente doce horas reposando en los calabozos de la Inspección– y con la satisfacción de haber hecho una buena obra.
Decimos que la fórmula del señor Burgui –¡hay que ver, una cosa tan sencilla!– ha dado un óptimo fruto. Y rápido. Total, estos barrenderos ocasionales han sido hasta la fecha solamente ocho: cuatro de San Sebastián y otros tantos de Pasajes. Y casi, casi, ya han desaparecido los gamberros.
Un tanto para el señor Burgui, a quien alentamos para que no desmaye en su labor. Porque, pese a tales sanciones, la afluencia de público a los festivales domingueros de Pasajes es cada vez mayor.
La Guardia Municipal verá en breve aumentada su plantilla con seis números más, cuatro de los acuales estarán adscriptos al servicio de Trincherpe.