Los Tres Pasajes, nº 4, 1946

Las leyes y su interpretación

El Comercio de Pasajes está descontento. ¿Porque vende poco? Nada de eso. Las ventas, actualmente, no son para “echar coche”; pero, vamos…
Y precisamente porque no son para “”echar coche”, es por lo que el enojo del Comercio pasaitarra, por la evidente injusticia que con él se comete, es mayor.
Decimos que se trata de una evidente injusticia. Veamos si no…

En nuestra villa existe la prohibición de tener abiertos los establecimientos durante todo el domingo. La medida es general para toda España, salvo las correspondientes excepciones para cada caso por las circunstancias especiales que puedan en cada uno concurrir. El domingo lo creó Dios para descansar y en este principio de procedencia divina se inspiraron los hombres para hacer sus leyes.
Bien están éstas, pues, y hay que cumplirlas, que para ello son. Pero bien están, también, las excepciones o salvedades cuando concurren determinadas circunstancias. Porque por encima de la letra estricta de las leyes está el espí­ritu de las mismas. Toda regla general lleva aparejadas sus excepciones y bien sabido es, igualmente, que es la misma existencia de la excepción lo que confirma la regla.

La prohibición de abrir los domingos, vigente para Pasajes como para todo el mundo, se llevaba en nuestra villa, sin embargo, con una cierta tolerancia o “manga ancha” hasta ahora; se castigaba el abuso en la reincidencia o en el descaro, pero existí­a un modo muy especial de cumplirse la ley, que de este modo tení­a para el comerciante pasaitarra una amable y muy llevadera flexibilidad.
Este modo especial de interpretarse en Pasajes la ley del descanso dominical no era ni un capricho arbitrario ni un favoritismo condescendiente: tení­a, su por qué de peso, su motivo justificadí­simo y evidente. Y este por qué era, sencillamente, la proximidad verdaderamente inmediata de la villa hermana de Renterí­a, cuyo comercio tiene, desde siempre, el privilegio legal de poder abrir en domingo.

Cerrado el comercio pasaitarra y abierto el renteriano, en domingo, el vecino de Pasajes que necesita hacer cualquier compra se traslada –en 5 minutos y por 15 céntimos — a Renterí­a, y… aquí­ no ha pasado nada. No hay conflicto.
Pues bien: de poco tiempo a esta parte se trata de hacer cumplir a rajatabla, en Pasajes, la ley del descanso dominical. Y menudean las sanciones; no sin la oportuna protesta por parte del Comercio, que encontramos justificadí­sima, por la razón explicada.
Si Renterí­a, con su privilegio, estuviese a una distancia de 10 o más kilómetros de nuestra villa, la cosa no tendrí­a importancia; porque el pasaitarra que dejase, por olvido, o descuido, para el domingo alguna de sus compras semanales, tendrí­a que enfrentarse con el siguiente dilema: o dejar la compra para el lunes o perder su par de horas entre la ida y la vuelta de Pasajes a Renterí­a. Probablemente, la dejarí­a para el lunes.

Es bien triste que los vecinos de Pasajes, con evidente daño para el Comercio de la villa, tengan que ir a hacer sus compras y dejar sus pesetas a otro pueblo, tan próximo que casi se toca con la mano.
El Comercio de Pasajes no pide que se suprima el privilegio de que Renterí­a disfruta. Pide, tan sólo, un poco de comprensión a los funcionarios que en Pasajes tienen la misión de interpretar y hacer cumplir las leyes.