Los Tres Pasajes nº 13, 1955

Un recuerdo al gran futbolista pasaitarra Luis Marí­n
y el problema latente del Campo de Ancho

Me pides, amigo Ureña, unas lí­neas para que en tu Revista exponga mis impresiones sobre el deporte en Pasajes. Mucho te agradezco el que te hayas fijado en mí­ para este asunto; aunque, francamente, no creo que, aparte algunos amigos, puedan interesar a alguien. Ahora bien: como parece que me lo pides con interés, voy a complacerte, pero no sin antes pedir perdón al que no esté conforme con mis puntos de vista.

Creo, sinceramente, que, Pasajes es uno de los pueblos que no sólo en Guipúzcoa; sino en España, más ha practicado el deporte; y hoy mismo, aunque en variedad no sea muy extensa, debido a que estamos divididos en tres distritos y, claro está como cada uno tenemos nuestra pequeña independencia, se da el caso de que, habiendo dos o más sociedades que practican el mismo deporte, estén completamente desligadas las unas de las otras. ¡Ah, si esto no fuera así­!
Los que somos viejos y hemos militado en los cuarteles generales del deporte sabemos que aquí­ se han practicado el remo, la pelota, la caza y tiro, el ciclismo, el boxeo, el pedestrismo, el montañismo y sobre todo, el futbol. En todo hemos tenido alguna figura representativa, y más que en todo en esto último, pues desde Anechino (q.e.p.d.) que fue guardameta de la Real Sociedad, hasta el juvenil Lacalle, de que ya se habla de miles de pesetas por su ficha, podrí­a citar tantos nombres que necesitarí­a demasiado espacio en la Revista y un “corte” no seria de mi agrado.

Ahora bien; perdóname que por lo menos cite uno, ya que no hace mucho su nombre ha sido percibido por miles de oyentes en España. No hace muchos dí­as, según digo, la prensa y la radio anunciaron un festival benéfico organizado por el Atlético de Madrid a favor de un jugador de futbol que, al igual que el gran Peña, del Arenas de Guecho, fue el jugador que más años ha tenido en activo el futbol español. Este jugador no es otro que Luis Marí­n. ¡Cuántos le recordarán ahora, como “chavea” en el Aurora Pasaitarra y como gran figura en el Pasayako Lagun Ederrak. Sin miedo a que uno solo lo reproche, quede grabado en las páginas de LOS TRES PASAJES un cariñoso saludo de todos los que fuimos sus compañeros y amigos.

A juicio mí­o, en Pasajes, aparte la Caza y la Pesca y el Montañismo (hoy en auge), el deporte ha bajado en calidad pero no en cantidad.
En futbol, por ejemplo, hay más jugadores que antes, pero tenemos menos figuras, y esto es debido a que NADIE ofrece facilidades para que el futbol modesto progrese, y lo digo con pleno conocimiento de causa, comenzando por la Federación Nacional y terminando por el público. Antes, en lo que llamamos “Capital”, habí­a muchos más equipos y menos campos que ahora; sin embargo, se daban más facilidades que hoy para jugar y se jugaba tanto que emplazo al que quiera para que me demuestre qué equipo en España, en las mismas condiciones, ha sido capaz de igualar la hazaña de aquel Pasayako Lagun Ederrak. ¡Lástima de espacio para copiar un trozo de su historia!

En Pasajes se ha dado el caso de haber en una familia seis hermanos y cinco de ellos forman en un equipo: Estos fueron los conocidos hermanos Zala, Jacinto, Eugenio, Pepito, Melquiades y Enrique.
Entonces habí­a en Ancho un hermoso campo, llamado Molinao, que pasó a poder, de Don V. Luzuriaga para ampliar sus talleres, dejando “en cuadro” a los jóvenes pasaitarras; a pesar de esto, la afición sigue fuerte, pero sin ayuda. Decí­a antes que nadie les da facilidades para que progresen, y voy a demostrarlo a grandes rasgos.

Las Federaciones, tanto Nacional como Regional, en cuestión de ayudar lo hacen con muy buenas palabras; pero… hicieron un campo, el de Herrera, y, francamente, no pudieron hallar peor sitio, pues a además de que en todos los partidos se pierde dinero, reúne unas condiciones pésimas para el público, habiendo gastado un capital que jamás podrá amortizar ni aún sacrificando a los Clubs.

Si de Anoeta se trata, el Frente de Juventudes cede el campo, pero la taquilla ha de ser para ellos y los gastos de arbitraje y limonadas o café, a cuenta del Club que figure como propietario del campo, con lo cual se asegura la pérdida de todos los gastos. En el campo de Renterí­a, se pagan 500 pesetas adelantadas por partido, y además otras 500 aproximadamente por gastos, siendo, generalmente, mayores éstos que los ingresos.

De los árbitros y linieres es mejor no hablar; quedémonos sólo con el recuerdo de aquel partido Pasajes-R. Unión y del árbitro Sr. Hernández.

El público de Pasajes, en opinión de algunos árbitros, es el mejor de la regional; pero para mi, demasiado bueno y frí­o por demás. Aparte de cuarenta o cincuenta que no faltan a los partidos, ya sea buena o mala la clasificación, el resto de los aficionados acuden al campo como obligados y sin darse cuenta de que cuando el equipo va mal es cuando hay que darle ánimo, pues esto es quizá el factor principal para ganar los partidos. Nuestros jugadores, este año, han sido merecedores de prestarles más ayuda, por ser los únicos en la regional que ni uno solo ha cobrado siquiera un céntimo por la ficha, dándose el caso de que algunos, en ocasiones, se han pagado los viajes, por lo cual merecieron haber sido mejor considerados. Yo sé que los directivos han hecho cuanto han podido por ellos y que están agradecidos, pero ¡fue tan poco!

Yo, que he seguido la temporada con toda atención dentro del seno de la Directiva, me he dado cuenta de lo difí­cil que es mantener un Club sin aumentar la deuda que nos dejaron las directivas anteriores, cosa que lograremos aunque a costa de sacrificios. A principios de temporada, tení­amos la esperanza de ver construido el campo en los terrenos del Sr. Luzuriaga; pero, desgraciadamente para los deportistas de Pasajes fue un sueño, un sueño que no llegará a realizarse mientras dicho señor no diga: “Voy a daros lo que antes os quité para ampliar mi industria y para beneficiar al pueblo, un campo, mi campo de deportes”. Y francamente que, a mi juicio y sin que esto sea una sugerencia, no serí­a una idea descabellada. En este terreno, tarde o temprano, si se propone edificarlo, tendrí­a que hacer el mismo o parecido trabajo que el que necesita para el Campo de Deportes, pero con la circunstancia agravante de que cuanto más tiempo pase, será más caro. Si lo miramos bajo el as¬pecto lucrativo, serí­a de un gran beneficio para todos. Veamos el suyo, ya que para resumir el del pueblo serí­a demasiado extenso y no merece la pena.

Supongamos que el dueño del terreno se gasta 350.000 ptas. en la construcción del campo. (Esto es lo que costarí­a, según los técnicos, a la vista de los planos que obran en poder del Pasajes). Ya está el campo hecho; calculemos que, con los Clubs de Pasajes, se podrí­an dar partidos todos los domingos durante la temporada y que uno de los Clubs no tardarí­a en entrar en la categorí­a de Tercera División, que no es mucho pedir.
Podrí­amos calcular, por término medio, 5.000 pesetas de recaudación por partido. Si de ellas destinamos un diez por ciento para amortización del campo, o un quince por ciento si aquello fuera poco, verí­amos que en un plazo de quince años el propietario habí­a recuperado su capital y el terreno siempre estarí­a a su disposición en caso necesario, y siempre con beneficio. No os canso más. Si así­ sucediera, tendrí­amos campo de deportes, y, si no, tendremos que seguir como hasta ahora, soñando, pero ciegos a la, realidad.
Perdóname, amigo Ureña, si no te he complacido como fuera tu deseo. Mis juicios podrán ser equivocados, pero son sinceros.

Oznerol