Los Tres Pasajes, nº 5, 1947

Pasajes tiene una artista…

Nadie la conocí­a. Y un dí­a apareció en un escenario. Su éxito la vaticinaba una senda florida y un porvenir risueño…
Cantaba y bailaba. Como una consumada cancionista y una faraona auténtica. No era posible mayor fidelidad en gestos, en ademanes y desplantes si se tení­a en cuenta su edad: diez años.
No era posible semejante perfección de no contarse de antemano con una de esas anticipaciones logradí­simas –verdaderos milagros artí­sticos– que se dan en la vida real de tarde en tarde.
Como si mirásemos un prismático del revés, hací­amo­nos la ilusión de estar contemplando a Pastora Imperio cuando –siendo niña, muy niña todaví­a– anunciaba al corro de sus primeros admiradores que, andando los años, habí­a de hechizar a los públicos todo el orbe con su arte soberano…

En Julita Balda el arte era todo pura intuición. En su familia, tres generaciones para atrás, no hay, que se sepa, artista ninguno.Y desde muy chiquita, aún antes de apren­der a pronunciar las primeras palabras, Julita ya demostraba una inusitada afición por la música y una extraordinaria vocación por el arte de la danza.
Al ver la facilidad que la encantadora pasaitarra tení­a para el baile, puesto que, sin ningún profesor que le enseñara, imitaba la niña, con remedos graciosí­simos de in­sospechados matices, a cuantos artistas profesionales veí­a actuar, decidióse que ingresara en el Cuadro Artí­stico de Acción Católica de Pasajes. Y el sacerdote D. Miguel puso buen cuidado en decir a los padres que la criatura tení­a destellos artí­sticos inconfundibles…
Se confirmaban, sin duda, las impresiones primeras y cada dí­a definí­anse con más claros y acusados perfiles la afición y la madera de la muchacha.

Pastora Imperio, que la vio en Madrid –a donde Ju­lita hubo de hacer un viaje con su madre– hizo de ella el siguiente vaticinio:
–No te digo que serás artista, sino una gran artista.
Y la autorizó, persuadida de que sabrí­a renovar y reverdecer los viejos prestigios del nombre artí­stico, a que en lo sucesivo se llamase la “Pequeña Imperio”
Más tarde la vieron otras varias autoridades en la materia –entre ellas, los maestros Guerrero, Quiroga y Monreal–, todas las cuales confirmaron las excepcionales condiciones de Julita, dando justificada verosimilitud al optimista pronóstico de la faraona…

Las actuaciones de Pequeña Imperio, reiteradas ya en festivales y beneficios, se cuentan como otros tantos triun­fos clamorosos. Estamos por decir que Guipúzcoa entera ha tenido ya oportunidad de aplaudir a la pequeña gran artista.
Reciente la consagración oficial de su capacidad excep­cional al conquistar tres primeros premios en el Concurso de Artistas Noveles organizado por Educación y Descanso en el teatro Victoria Eugenia de San Sebastián. Y más reciente, todaví­a, la función que en honor suyo celebróse el 4 de Mayo en el Cine Moderno, de Pasajes Ancho, la villa natal de Julita Balda, con el más definitivo de los éxitos; función en la que tomaron parte otros jóvenes ar­tistas premiados, igualmente, en el expresado Concurso, tales como la notabilí­sima y gentil danzarina Pilarí­n Urra­ca, el excelente recitador dramático Eduardo Ureña y los chispeantes payasos Tony y Pipo.

Sabemos que con el fin de estudiar las más modernas técnicas coreográficas, Pequeña Imperio, acompañada de su señora madre, realizará en breve un viaje de unos meses a Parí­s.
Los TRES PASAJES saluda en Julita Balda a una extra­ordinaria intérprete del baile español y flamenco, que ha de dar, sin duda, muchos dí­as de gloria al pueblo donde vio la luz primera.