Los Tres Pasajes, nº 16, 1958

Cuyo nombre lleva actualmente
una de las calles de Pasajes Ancho

Una calle de Pasajes Ancho lleva el nombre de Manuel Azurmendi. Pero… ¿quién fue Manuel Azurmendi?
Manuel Azurmendi Larrea fue, sencillamente, el verdadero constructor del moderno Pasajes Ancho, el hombre que rellenó y saneó casi todo el distrito –todo él, una verdadera marisma– y el que levantó mayor número de edificios para viviendas. Entre otras, las «casas baratas» que están junto a la plaza del mercado.
Vino aquí­ siendo muy joven desde su pueblo natal, Cegama. Pobre y analfabeto, pero activo y emprendedor como él solo, quiere decirse que nada tení­a cuándo llegó a Pasajes y que todo se lo hizo de la nada.
Hombre dotado de intuición y perspicacia naturales verdaderamente extraordinarias, pronto se dio cuenta de que en Ancho se podí­a hacer mucho puesto que habí­a mucho por hacer.
«Shegama» –todo el mundo le llamaba así­ por lugar de su nacimiento –era un hombre regordete, más bien bajo, de cara ancha y vivos ojos.

Obra suya fueron la planificación y urbanización, tareas subsiguientes a la de saneamiento, que él también realizó, de todo ese sector anchotarra donde hoy se encuentran los talleres, fábricas y oficinas de Tasada y Beltrán, Beissier, Carrera, Berroa, etc.
Para llevar a efecto sus proyectadas construcciones, extraí­a la piedra que precisaba para las mismas de la cantera entonces existente en lo que es hoy calle de Javier Marquina, en la parte que ocupan actualmente las casas donde se hallan el Romeral, el fotógrafo José, el bar Leunda, etc.

Azurmendi tení­a dos grandes amigos y en momentos colaboradores eficaces suyos: Bartolomé Lasarte, que fue contratista igualmente y concejal de nuestro Ayuntamiento, y Francisco Otaegui, dependiente en aquella época de Lucio Igarzábal y más tarde también edil del Concejo pasaitarra. Muchas de las casas que construí­a Azurmendi las vendí­a inmediatamente; y con aquel dinero iniciaba otras construcciones que para antes de terminarlas las tení­a comprometidas igualmente. Muchas veces –¿para qué decirlo, ya que la vida se repite siempre?…– solí­a dar a los presuntos compradores las máximas facilidades de pago, dando y recibiendo promesas y concertando compromisos por la ví­a puramente verbal, sin plasmar ni ratificar en escrituras notariales lo que de buena fe por su parte se habí­a convenido. Y así­ ocurrió, según cuentan las crónicas locales, que, al morir don Manuel Azurmendi, muchos se olvidaron de cumplir la palabra que le habí­an dado…
Obra suya fue también el campo de fútbol del «Pasayako», comprendiendo, sin duda, las incuestionables ventajas que encierra el poder disponer de un terreno de juego.

Azurmendi casó en Astigarraga con la joven de Amézqueta Bernarda Artano Sagastume y tuvo cuatro hijos, todos los cuales viven todaví­a, y que sea por muchos, años: Ramón, Marí­a, Martina e Ignacio. De los dos varones, también contratistas fuertes, el mayor reside en San Sebastián y el último continúa trabajando en Avilés. La hija mayor, Marí­a, contrajo matrimonio con el industrial anchotarra don Santos Urbieta, cuyo hijo, Manolo, nuestro querido amigo, es ahijado de bautizo del famoso contratista. La otra hija vive igualmente en Ancho.

Manuel Azurmendi falleció el 7 de Octubre de 1.931, a la edad de 70 años. Y el Ayuntamiento, haciendo justicia a la labor por él realizada y al papel preponderante que tuvo en aquel primer «estirón» urbano de Ancho, dio a una de las nuevas calles de este distrito el nombre de don Manuel Azurmendi. Nada más legí­timo. Es lo menos que podrí­a esperar «Shegama» de los agradecidos hijos de este noble y laborioso pueblo.