Pasajes nº 4, 1930

Desde luego no vamos a descubrir el Mediterráneo al decir así­, de golpe, de una sola vez y sin titubeos, que no caben, que Pasajes posee una banda municipal muy respetable y digna y de un valor sin tacha, dentro de su categorí­a y de su propio carácter de agrupación artí­stica local. Suena bien, está perfectamente acoplada en su tonalidad de conjunto, sin estridencias, sin desequilibrios, sin desví­os rí­tmicos, además de disciplinada: sabe obedecer a la batuta, lo que no es poco. Matiza y tiene buen sentido de lo que interpreta, lo que no suele ser común en estas entidades. Sus treinta y cinco componentes –entre los que se cuentan un plantel de muchachitos que van para artistas de positivo valer– sienten cierto hormigueo platónico por su Arte y por su Banda; los que están situados a mayor altura que el digno jornal recompensados de sus afanes… Su Director, el amigo Velasco, es artista de pro. En suma: en la Banda municipal de Pasajes existen los factores necesarios a una excelente banda local y sin pretensiones.

Hemos dichos “sin pretensiones” y así­ es la verdad, la Banda de Pasajes no tiene pretensiones. Pero el pueblo que la sostiene tampoco. Y eso no, Vamos a cuentas.
Sentar plaza de “humilde” rebajó siempre los valores positivos. Y la Banda pasaitarra no debe incurrir en el pecado de humildad. Si el pueblo y ella misma quieren reducir la agrupación exclusivamente a su propio, lugar, están en un evidente error. La banda necesita airearse, ponerse en contacto con los elementos artí­sticos ajenos a su propia y cotidiana vecindad. Alardes, concursos, gestión de contratas, etc., nada de ésto debe desperdiciar. Una actividad competentemente organizada y… mundo adelante.

Pero el factor o suma de factores necesarios a la consecución de esa finalidad, está, principalmente, en la adhesión entusiasta del pueblo a su Banda y en la protección decisiva de su Ayuntamiento. Contando con todo eso, ¿qué duda cabe que la brillante agrupación conseguirí­a un lugar preeminente entre sus similares propias y ajenas? Y, además, ¡qué orgullo para el pueblo pasaitarra ante el visitante, mostrar un factor cultural de tanta valí­a!…
Concluyamos.
No querí­a hacerlo, –¡es tan penoso el tener que censurar!– pero a la vista del cuadro que suele presentar nuestra hermosa Alameda, que no parece sino que en el dí­a que a nuestra Banda le toca actuar, se encuentra Ancho sin habitantes en vista de su desanimación, se puede decir que estamos en familia, pues toda la juventud, a pesar de haber en muy pocos sitios un lugar tan apropiado para bailar como nuestra hermosa Alameda, se marcha a otros sitios a expansionarse.

Hora es ya de que nos demos cuenta de lo que tenemos en casa, pues en punto a repertorio y número de piezas que cada tarde nuestra banda ejecuta, no hay en ningún pueblo de los alrededores, un punto donde se pueda pasar y divertir toda la tarde como en Pasajes.
Además que de la peseta que en otro sitio nos gastamos no recibimos ningún beneficio, sin embargo haciéndolo en Pasajes se nota y recibimos el beneficio, en forma de obras de embellecimiento de nuestro querido “txoko”.
Concluyamos. Pasaitarras, para divertiros no tenéis necesidad de abandonar nuestro pueblo, y no os dais cuenta del daño que a estos músicos entusiastas y amantes de su pueblo causáis con vuestra indiferencia.

G.S.A.