Los Tres Pasajes, nº 18, 1960

Transcurrí­an las fiestas de San Fermí­n del año 1954, cuando una noche, después de bien comidos y no peor bebidos, un grupo de amigos que frecuentaba su tertulia y correspondiente «chiquiteo» en el Bar Goyerri, de Pasajes, acordó contratar los servicios de unos cuantos músicos para dar de madrugada una agradable serenata al pueblo anchotarra.

Eran las dos de la mañana cuando la banda de música dio por terminado su concierto de bailables. Mis amigos, juntamente con los músicos, que se habí­an despojado de sus uniformes, y el suscribiente, nos dirigimos al Bar Goyerri, en donde estaba preparada, mediante previo encargo, una suculenta sopa de ajo (qué rica es a las tres de la mañana) juntamente con una chuleta. El postre fue música y más música. Yo, sinceramente, me encontraba más feliz que un chaval con zapatos nuevos. ¡Qué ilusión poder sentirme músico por una noche y poder tocar a mi aire el bombo o los platillos! Si hubiera vivido Beethoven, seguro que se le cura la sordera. Nuestro querido amigo Julián, barman del establecimiento citado, estaba maravillado de lo que veí­a y oí­a. Yo creo que no entiende de música ni “coscorro”…

Y, por fin, llegó la hora de salir al «ruedo». Serí­an aproximadamente las cuatro de la mañana cuando iniciamos la «diana», que, aunque un poco prematura, el vecindario acogió con muestras de simpatí­a.
Ni que decir tiene que fuimos algo así­ como coche «escoba» de una carrera ciclista, pues todos los rezagados en retirarse a sus hogares se nos iban uniendo hasta formar un grupo numerosí­simo.

La primera felicitación, y la más agradecida por nuestra parte, fue la de nuestro llorado Teniente Alcalde, Don Pascual Ribate (q.e.p.d.), a quien quisimos saludar tocando una diana al pie de su ventana y que él, en gesto propio de su gran simpatí­a, supo saltar de la cama para darnos su enhorabuena por nuestra buena ocurrencia.

Todo lo que vino después, sueño, cansancio, etc. ya no tiene importancia, salvo una cosa que quiero hacer constar, y es que todos supimos conducirnos con absoluta “seriedad” (traducción literal: que nadie se “mojó”). Al dí­a siguiente, nuestra «faena» era el comentario general de todo el pueblo, en términos elogiosos.
Y esto, señores, era el inicio de las «peñas» que tan alegre colorido dan a nuestras fiestas sanfermineras.

Al año siguiente, 1.955, la cosa fue “en crescendo”, pues, además de salir mejor organizados y uniformados (aunque no dormimos, llevábamos pijamas) hizo su primera salida una nueva peña de “jatorras”, amigos nuestros, bajo la denominación de Peña Molinao. Conjuntamente, ambas peñas lidiamos un par de novillos en la última y desaparecida plaza de toros, sita en Ancho, porque en las últimas instaladas, estamos de “prestao”, teniendo que salir de nuestro municipio.

En años posteriores ha ido en aumento el número de peñas en vista del interés y apoyo prestado por la Comisión de Festejos, cuyos componentes ven en lo que fue una “juerga piadosa”, un número clave e indispensable dentro del programa de fiestas.

Sin embargo, se da la triste paradoja de que la Peña Goyerri, creadora, digámoslo así­, de todo cuanto antecede, ya no participa en nuestras fiestas. ¿Es que sus componentes son ya “ancianos” para hacerlo? Nada de eso. Si bien hay algunos componentes que se “cansaron” de ser solteros (precisamente estamos recordando lo anteriormente escrito en la despedida de soltero de Segundo Arrillaga) la mayorí­a es amiga de la improvisación, algo así­ como los Dalí­s de la Juerga. ¿Nos liarán una “genialidad” este año? Yo creo que sí­, aunque este año tendremos que lamentar la ausencia del animador número 1, nuestro querido Sebastiancho Achúcarro (“Chapas”) mundialmente (claro que sí­) conocido por su extraordinaria alegrí­a y buen humor, que arrastra estos dí­as su pierna escayolada, con motivo de una fractura de tibia, ocurrida mientras comí­a cerezas subido en un árbol, hasta que se rompió la rama. Pero hombre, ¿a quién se le ocurre, a tus años y con tu peso “pluma”, subirte a los árboles?

Menos mal que, llegando hasta el Goyerri, se te harán más llevaderos los sanfermines, aunque también me hago cargo de los corazones femeninos que estarán desgarrados por no poder bailar contigo. ¡Que te alivies!

X.