Pasaia Gaur nº 5, 1977

Pasajes, como muchos otros pueblos vascos, tiene una tradición musical innegable. Un botón actual de muestra es Ramón Rodrí­guez, antxotarra, conocido familiarmente por «Puccini», hombre de intensa actividad musical, sencillo y afable, y desde hace pocas fechas, nuevo director de la Banda de Música donostiarra.

¿A qué es debido el nuevo puesto?
— Al fallecimiento del anterior director, Nicolás Luengo.

¿Cómo te iniciaste en el mundillo musical?
— Comencé a los doce años con el maestro Beteta en la Academia de Música de Pasajes. Luego, estudié clarinete con Iriarte y posteriormente estuve con Escudero. Al citar al maestro Iriarte, he de añadir que tuvo una gran importancia en mi formación musical y artí­stica.

¿Qué actividades has venido desarrollando?
— Empecé a tocar el clarinete en la Banda de Pasajes a las órdenes de Beteta y he tocado también, desde su fundación en 1963, en la Banda Ciudad de San Sebastián como clarinete solista. He venido dirigiendo, igualmente, durante estos últimos años la Banda pasaitarra en las contadas ocasiones que ha salido a la luz. Por último, doy clases de solfeo en la Coral Pasaitarra y de clarinete en la Academia Musical, situada en la parte posterior del Mercado.

¿Cuántos niños reciben educación musical en Pasajes y cómo se trabaja con ellos?
— Calculo que en la Coral Pasaitarra andarán cerca de los 200 o 250 niños, entre clases de solfeo en sus cuatro primeros cursos y aprendizaje de instrumentos como txistu, acordeón y guitarra. El quinto curso de solfeo lo vienen realizando algunos chicos en el Conservatorio de San Sebastián. En la Academia hay otros cuantos que están practicando con instrumentos más propios de orquestas y bandas. Algunos de estos últimos están conmigo en las Bandas pasaitarra y donostiarra, e incluso piensan acabar la carrera musical. Hay gente muy buena, muy dotada para la música.

¿Hay interés en el pueblo y entre los que llevais esta tarea para mejorarla? ¿Qué dificultades se os presentan?
— El interés por parte del pueblo antxotarra, de las familias es evidente. Ahí­ están esa cantidad de niños que pasan por la Coral Pasaitarra. El trabajo y el entusiasmo derrochados por las personas metidas en el ambiente, también. Es a base de ésto, de mucha afición y buena voluntad, como se tira del carro y como se llevan a cabo labores tan fenomenales como las de la Coral Pasaitarra.
De lo que se carece es de un sólido apoyo económico. Y es una pena, porque en nuestra tierra siempre hemos contado con una materia prima excelente para la música, tanto en voces como en la ejecución de los instrumentos. En la Coral Pasaitarra todo el apoyo económico es privado y se queda corto. E igualmente ocurre con la Academia y la Banda. Unicamente, ésta percibe setenta mil pesetas anuales del Ayuntamiento, insuficientes a todas luces pues hoy un oboe, por ejemplo, cuesta ya cerca de las cien mil pesetas. Hay que darse cuenta de que el presupuesto pasaitarra hay que dividirlo entre los distritos y el dinero no llega. Algunos músicos tienen asignaciones mensuales puramente simbólicas que no compensan ni por asomo las horas de ensayo. Es la gran afición la que mantiene todo, porque la polí­tica musical…

La Banda tiende pues a desaparecer…
— No hay que dejar que eso ocurra, y hacer todo lo posible por evitarlo. Es cierto que las actuaciones, ahora, son muy esporádicas y que su desarrollo se ha visto condicionado
por la aparición de la música moderna, aparte de la falta de apoyo económico, pero se puede comprobar satisfactoriamente como estos dí­as de Semana Grande en San Sebastián, la asistencia a los conciertos es extraordinaria y superior a la de años precedentes. La música de Banda debe buscar y ocupar un sitio, el que le corresponde, entre la música moderna, las txarangas, conjuntos, etc…

Además, los músicos os veis envueltos en cantidad de problemas…
— Es cierto, desgraciadamente. Vivir de la música es algo dificilí­simo. Las puertas se cierran; las orquestas, como la del Conservatorio de San Sebastián, desaparecen. Luego, el asunto de la enseñanza, etc… La mayorí­a, pues, ha de trabajar y tocar por amor al arte.

Una última pregunta, Ramón. ¿Qué te sugieren las palabras «cultura popular»?
— Un objetivo. Debe pasar la época en que las obras de arte, las óperas, conciertos, etc. sean sólo privilegio de unos pocos. Son del pueblo y para el pueblo. Un ejemplo claro lo tenemos en los paí­ses del Este. Tendrán ciertamente un nivel de vida más pobre, pero tienen una gran sensibilidad como lo demuestra el reciente homenaje a Smetana en Polonia, al que asistieron unas 30.000 personas y que se hubo de realizar en una inmensa campa. Una sensibilidad apoyada por una buena polí­tica musical. La época del monopolio futbolí­stico tiene que acabar tarde o temprano.

Y así­ pensamos también nosotros. Más, después de haber observado en las pasadas fiestas de San Fermí­n el entusiasmo puesto por directivos, alumnos, familiares de éstos y amigos de la Coral en el bar que montaron con el fin de adquirir unos fondos que son muy necesarios.

Hay madera, como dice Ramón, y entre todos hay que sacar adelante esta importante labor cultural en Pasajes. Porque sabemos que la desasistencia cultural es uno de los problemas más graves heredados del franquismo, pedirí­amos un toque de atención al Ayuntamiento y grupos de trabajo al panorama musical pasaitarra y un apoyo lo mayor posible que impulse este movimiento tendente a que todos los niños pasaitarras puedan recibir una digna educación musical.

Todo ello es, en suma, sí­ntoma de la cultura y sensibilidad de los pueblos.

Jose Juan Mendia