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El Pasayako campeón

El Pasayako campeón
El segundo partido Badalona-Pasayako
termina con media hora de prolongación reglamentaria,
en la que el equipo vasco obtiene el único gol.

Heraldo de Aragón, 1926-05-19

Por Fin

Al fin ha quedado terminado el campeonato de la serie B.

Para ultimarlo han sido precisos dos reñidí­simos encuentros, con sus correspondientes prolongaciones.


Sin embargo, no ha podido determinarse claramente una superioridad rotunda.

El empate del primer partido fue el resultado de una lucha accidentada, toda llena de protestas y escándalos, y de fallos de un árbitro desacertado y nervioso.

En el segundo partido, el entusiasmo del Pasayako ha vencido. Por eso ha merecido ganar. El Badalona posee más técnica, domina más el balón, conoce quizá mejor el juego; pero ese exceso de dominio ha sido para sus equipiers perjudicial.

Su juego ha sido lento y han dado ocasión a que las intervenciones decisivas del trí­o zaguero vasco desbaratara toda su labor.

El Pasayako hizo mucho mejor partido que el domingo. Redobló su entusiasmo y actuó con más serenidad y más acierto.

Salazar, el medio centro, oportuní­simo y eficaz, fue el alma del “once” y repartió el juego, dándole a las alas con tal oportunidad que las escapadas de éstos y sus centros tuvieron constantemente en jaque a los del Badalona, quienes despejaron siempre muy comprometidos.

Y ésta rapidez y éste entusiasmo fueron los factores primordiales de la mí­nima victoria del Pasajes.

De otra parte, el ambiente favorable del público, que los animó sin cesar, haciéndolos reaccionar si alguna vez flaquearon, les fue muy ventajoso.

Pero, en resumen, no puede decirse rotundamente quién pueda vencer a quién.

Ambos son dignos rivales y dignos de ocupar el elevado puesto que ocupan.

El partido

A pesar de ser dí­a de labor, acudió al campo de Torrero mucho público.

La tarde fue ventosa, pero la temperatura más apacible que el domingo último.

Arbitró Adrados secundado por Herrero y Urroz de linesmens.

El Badalona alineó a:

Brú; Masenet, Tejedor II; Bosch, Blanco, Camps; Llinas, Castro, Forgas, Garriga, Tejedor III.

El Pasayako a:

Zubiri; Garcí­a, Elizalde; Mendia, Salazar, Zozaya; Zala, Martí­nez, Gual, Echevarria, Barbeito.

Correspondió elegir al Badalona, que lo hizo contra el viento. Sacó el Pasayako, llevando su arrancada por el ala izquierda, que hizo un magní­fico cambio de juego, recogiendo Zala. Este envió un hermoso centro sin parar, rematado por Gual a kick.

Esta hermosa arrancada inicial desconcentró bastante al Badalona, por la rapidez con que se llevó.

El Pasayako dominó, presionando, y luego el juego se redujo a un duelo de las lí­neas medias, que se devolví­an los mutuos fuertes tiros.

Blanco mandó el balón a Llinas, éste centró, cortando el balón, interviniendo enérgicamente Garcí­a. Insistió el Badalona, mandando Bosch, desde lejos, el balón a fuera.

El equipo vasco hizo una estupenda actuación desde el comienzo, desde luego, mucho más acertada y enérgica que el primer dí­a.

El Badalona reaccionó, pero la intervención de las lí­neas zagueras del equipo vasco actuó tan diestramente que todo intento era anulado.

La lucha, al cabo de varias jugadas interesantes, se hizo nivelada, y el juego muy rápido y bastante aceptable.

Adrados procuró evitar toda violencia, haciendo un arbitraje acertado e inflexible, en medio de un ambiente francamente hostil al Badalona.

Hubo un magnifico avance de Gual, interceptado por Tejedor, con un cruce admirable.

A continuación recibe el balón la delantera del Badalona, avanzando en una perfecta combinación de Bosch, Blanco y Garriga. El balón pasó a Forgas y lo perdió.

El Badalona hací­a sus arrancadas lentas, con multitud de pases que retardaban el juego.

En cambio el Pasayako hací­a rapidí­simas escapadas por las alas, terminadas en centros peligrosí­simos, que la defensa catalana tuvo que despejar con grandes apuros.

El Pasayako pierde una ocasión

Salazar manda un pase adelantado a Zala, centrando éste sobre la puerta.

Acude al remate Gual y el balón da en el poste.

Tejedor interviene rápidamente y despeja.

Continúa el juego muy igualado.

Salazar, el medio centro del Pasayako, que hizo un hermoso partido, mandó el balón a Gual, éste pasó a Echevarria, quien remató desde cerca, fuera.

Garriga hizo una arrancada drigblando a todos.

Acosado por los baks, continuó regateando y se vio obligado a mandar el balón a kick.

Terminó la primera parte con el empate a cero.

Segunda parte

La arrancada inicial del Badalona fue interceptada por los baks del Pasayako.

El Pasayako comienza esta parte con gran í­mpetu, dominando netamente al Badalona, que se desenvolví­a muy comprometido en la defensa.

Luego el juego se niveló. Hubo mutuos avances, cortado por ambas defensas.

La del Pasayako jugaban enormemente, destacando el defensa Garcí­a, que intervino siempre enérgico y decisivo, malogrando todo intento del Badalona.

El partido comenzó a hacerse duro, Adrados se impuso y pitó con energí­a y absoluta imparcialidad.

El público protestó del juego realizado por el Badalona, excesivamente duro.

A pesar de todo, el Pasayako daba una enorme sensación de peligro.

Los pases largos, terminados en centros sobre la puerta, provocaron frecuentí­simas intervenciones de Brú.

Este lo hizo siempre seguro, y sus salidas, demasiado arriesgadas, evitaron tantos seguros. Pero tardó en despejar, dando ocasión a las entradas codiciosas de los adelantes de Pasajes.

Brú despejó una situación comprometida, y puso en corner el balón, tirando Zala fuera.

Una arrancada del Badalona y otra del Pasayako, terminan el partido con el empate a cero.

Triunfa por fin el Pasayako

Prolongado el partido durante media hora, en dos tiempos, eligió campo el Pasayako, a favor del viento, saliendo el Badalona, interceptando Salazar, que mandó el balón a Gual.

Este mandó a Barbeito, quien chuta fuera.

Echevarria hizo un hermoso avance muy rápido, Brú salió interceptando; pero despejó flojo y el mismo Echevarria remató a gol, consiguiendo el único tanto.

Esto hizo que el Badalona se desmoralizara un poco, aumentando la presión del Pasayako que, infatigable, no cesa de atacar.

Sólo algunos momentos mandó el balón a kick para cortar el juego.

Una hermosa parada de Zubiri

A poco de iniciarse la segunda parte de la prolongación, el ala izquierda del Badalona se escapó y remató con un tiro muy sesgado, el único de la tarde, colocadí­simo. Zubiri hizo una estirada preciosa, y desvió a corner, que se tiró sin consecuencias.

Poco después Adrados anuló un tanto del Pasayako, por offside, y terminó el encuentro.

Los jugadores vascos fueron aclamados por el público.

Una impresión del partido

No se puede ocultar que el público, desde el primer momento, se puso de parte del Pasayako, animándole sin cesar y deseando su victoria con la misma vehemencia que los jugadores.

Esto hizo que el juego se desarrollase en medio de un nerviosismo perjudicial, y se trocase, ya a poco de empezar, en violento.

Adrados procuró evitarlo y cortó muchí­simo. Además castigó enérgico, no dejándose influenciar de las protestas del público.

El Badalona no mejoró su actuación del domingo. Hizo un juego sobrio, excesivamente lento por la prodigalidad de sus pases, y, por eso mismo, poco eficaz.

Difí­cilmente llegaban los jugadores a la meta, y entonces daban ocasión a que los defensas del Pasayako, con una energí­a admirable, intervinieran haciendo inútiles sus esfuerzos.

La lí­nea media catalana no fue suficiente, y la defensa tampoco estuvo muy bien, Brú llevó el peso del partido. Es verdad que hizo salidas temerarias, pero precisas, porque la rapidez del juego vasco cogí­a desprevenidos a sus baks, que tení­an que replegarse rápidamente y sin precisión posible.

Brú, Llinas y Garriga fueron los mejores.

Tejedor III, hasta que se inutilizó, jugó también con acierto.

El Pasayako hizo un magnifico partido.

La defensa fue sencillamente soberbia por su intervención decidida, valiente y enérgica.

Salazar, todo codicia, en el centro medio, desbarató mucho juego y ayudó al ataque con pases largos.

En el ataque lo mejor fueron las alas. El trí­o central careció de unión, pero en todo el “once” fue nota caracterí­stica un empuje y un valor extraordinario que les hicieron legí­timos vencedores.

Yag.